18/07/2025

Picudo negro de la soja. El INTA confirma que se detectó por primera vez la plaga en Córdoba

El picudo negro de la vaina de soja Rhyssomatus subtilis, una plaga que durante años causó graves daños en los cultivos del NOA, “fue detectado por primera vez en la provincia de Córdoba”, informó el INTA Regional Córdoba. Concretamente, en la zona de Montecristo, a partir de un trabajo de la empresa Halcon Monitoreos. AGROVERDAD - 17/07/2025

El Ing. Agr. Roberto Peralta fue, en realidad, quién hace unos días alertó a través de un reportaje que le realizó Agroverdad, recomendando que había que comenzar a poner bajo la lupa al picudo negro de la soja.

La plaga puede provocar pérdidas de hasta el 70% si no se controla a tiempo. El INTA activó un plan de monitoreo y contención para frenar su avance, señala en un reporte.

Operativo de monitoreo articulado

El INTA, en su comunicación de esta mañana, agrega que ante esta situación el Instituto activó un operativo de monitoreo articulado entre investigadores y extensionistas del NOA y del Centro Regional Córdoba de INTA, y empresas de monitoreo, con el objetivo de diseñar un plan de contención para frenar su avance y prevenir su impacto en los cultivos de la región.

“Tomamos conocimiento de la detección del picudo de la soja por parte de Roberto Peralta, de la empresa Halcón, constituyendo el primer registro que hay de esta plaga en territorio cordobés”, informó Eduardo Trumper, coordinador del Programa Nacional de Protección Vegetal del INTA.

En la zona de Montecristo

La presencia se confirmó en un lote de soja en la zona de Montecristo, cercana a la ciudad de Córdoba. “El lugar del hallazgo llamó la atención porque hasta ahora no hay registros de la plaga en localidades intermedias entre Montecristo y el punto más austral de su detección en las provincias del norte, que es lo que cabe esperar en un escenario de dispersión gradual.

De no encontrarse en el norte de Córdoba, la hipótesis sería que el picudo puede haber llegado tan cerca de la ciudad de Córdoba a través de transporte antrópico, como maquinaria agrícola o camiones”, agregó.

Cómo afecta

El picudo negro de la vaina de soja afecta de forma directa el grano, ya que las hembras colocan huevos en el interior de las vainas y las larvas se alimentan de las semillas, causando daños parciales o totales.

Según Guillermina Socías, entomóloga de INTA Salta y especialista en el complejo de picudos asociados a la soja en el NOA, “en el norte es un problema muy importante porque afecta directamente el grano. Cuando se registran altas densidades del insecto, las pérdidas pueden ser muy importantes, ya que es una plaga difícil de manejar porque los adultos son de hábitos crepusculares y nocturnos y se refugian durante el día, y sus huevos y larvas se encuentran protegidos dentro de las vainas”.

En el NOA, donde la plaga se expandió en las últimas dos décadas, las pérdidas pueden llegar al 70-100% si no se realiza un control adecuado.

La especialista explicó que, en etapas vegetativas, el picudo negro ataca brotes tiernos para alimentarse, pudiendo secarlos y causar que las plantas queden petisas si daña el brote apical, con impactos en el potencial de rendimiento. Durante la fase de llenado de grano, el daño es crítico: las larvas consumen directamente el grano, mientras que las perforaciones realizadas por los adultos para colocar huevos facilitan el ingreso de agua y patógenos que terminan afectando la calidad de las semillas.

Primera detección en Córdoba

La primera detección en Córdoba fue realizada por la empresa Halcon Monitoreos. “Hacia el final de la campaña 2024/25, encontramos mucho daño en vainas que fueron atacadas por larvas en campos en Montecristo”, explicó Roberto Peralta, socio gerente de la firma.

“Afectó aproximadamente el 70% del lote, con fuertes pérdidas de rendimiento. Una soja con una expectativa de 32 quintales rindió 15”, apuntó.

Ante este hallazgo, en marzo de 2025 la empresa realizó un reporte ante el Sistema Nacional de Vigilancia y Monitoreo de Plagas (SINAVIMO) del SENASA. “Luego comenzamos a rastrear la zona, para ver dónde más podíamos encontrar la plaga, pero la ubicamos únicamente en algunos lotes sobre la ruta que va de Córdoba a Monte Cristo. Hacemos muchos monitoreos en Jesús María y en otras localidades más hacia el norte, pero no encontramos absolutamente nada. Por ahora está localizada únicamente allí”, señaló.

“Ante estas apariciones, las instituciones nos suelen llamar, por nuestra actividad de asesoramiento privado. Como recorremos permanentemente los campos, buscan tener otra mirada y una información más completa de lo que va ocurriendo”, destacó, y recordó que, “en enero de 2024, cuando empezamos lotes de maíz afectados por la chicharrita, nos comunicamos con la Secretaría de Agricultura de Córdoba y, junto con el Grupo Río Seco, convocamos a otras instituciones, como el INTA, la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Católica de Córdoba, para armar una mesa de achaparramiento, y trabajar sobre la problemática de manera articulada”.

Mesa técnica

A partir de la reciente aparición del picudo, se está planteando la posibilidad de armó una mesa técnica global de sanidad vegetal, con la Secretaría de Agricultura, el INTA, las universidades y actores privados, como Halcón Monitoreo, que abarquen la problemática desde diferentes ángulos, como la investigación, la extensión y el monitoreo. “La idea es facilitar la interrelación de trabajo institucional”, indicó Peralta.

Red de monitoreo y contención

En el marco de la aparición del picudo en Córdoba, el INTA ya activó un plan de acción para determinar si se trata de un foco puntual o de una plaga ya instalada en otras zonas. “Nos visitó Guillermina Socías, de la EEA Salta, quien es la profesional del INTA con más experiencia en la biología y ecología de este insecto. Ella recorrió el lote donde se detectó el picudo y compartió sus conocimientos con extensionistas de Río Primero y Jesús María, para conformar un equipo de trabajo que amplíe la capacidad de detección”, explicó Trumper.

La estrategia consiste en articular capacidades entre los Centros Regionales Salta – Jujuy, Tucumán – Santiago del Estero y Córdoba para construir una red de monitoreo y contención junto al sector privado. “Con Socías propusimos comenzar a construir una red, tomando como epicentro este campo en Córdoba, para realizar muestreos en lotes de soja vecinos y determinar si existe expansión. Se activará un anillo de monitoreo circundante para identificar focos y definir la mejor estrategia de manejo”, agregó.

El INTA también prepara recomendaciones de manejo para productores ya que el problema podría expandirse por el transporte de maquinaria. “Debemos generar capacidades con todos los actores para acompañar al sector con monitoreo y manejo, buscando evitar que esta plaga avance y cause pérdidas significativas en la provincia de Córdoba”, concluyó Trumper.

La experiencia del NOA

Socías, investigadora del Grupo Innovación Sistemas Agrícolas de la EEA INTA Salta, explicó que el picudo negro de la soja forma parte de un complejo de curculiónidos que tiene unos 30 años de presencia en el norte argentino. En los años 80 comenzó a detectarse Promecops sp., una especie defoliadora de brotes de soja, y hacia finales de esa década apareció Sternechus subsignatus, un picudo deshilachador de tallos, sumamente dañino, originario de Brasil.

“En 2006 detectamos por primera vez a Rhyssomatus subtilis en La Fragua, Santiago del Estero”, relató Socías, quien en ese momento era becaria doctoral del CONICET con lugar de trabajo en la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, y participó en la identificación del insecto junto a investigadores de Brasil y Estados Unidos.

Esta especie fue descripta en 1937 en el municipio de Jataí, Estado de Goiás, Brasil, pero recién en Argentina se la asoció por primera vez a un cultivo de importancia económica como la soja, donde se convirtió en plaga. Socías señaló que se trata de un insecto univoltino, con una sola generación anual, que divide su ciclo en una fase activa asociada al cultivo de soja y una fase hibernante en el suelo, donde permanece como larva durante el invierno a profundidades de entre 3 y 10 centímetros.

“Para septiembre u octubre comienza el período de metamorfosis, donde pasa a pupa y luego a adulto pre-emergente, hacia finales de octubre, que espera las precipitaciones de verano para salir del suelo y reiniciar el ciclo con alimentación, cópula y postura de huevos”, explicó, y subrayó que las lluvias juegan un rol clave al permitir la salida de los adultos y la continuidad de su ciclo.

El avance del picudo en el norte argentino fue gradual. Se expandió desde Santiago del Estero al este de Tucumán, el oeste de Santiago, Catamarca y luego hacia el norte salteño. En 2013 se reportó en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y en 2017 volvió a detectarse en Tartagal, Salta. En las últimas campañas, profesionales del INTA de Quimilí, Santiago del Estero, comenzaron a registrar su presencia y daño, hasta llegar recientemente a Córdoba.

Socías detalló que el insecto posee hábitos crepusculares, con mayor actividad durante la tarde, noche y primeras horas del día, y permanece oculto durante las horas de calor en rastrojos o dentro de brotes de soja. Este comportamiento dificulta su detección temprana. “Cuando te das cuenta de que está presente en el lote, es porque ya tenés una densidad poblacional elevada”, advirtió.

Daños severos

Los daños que provoca el picudo negro de la soja dependen del momento en que ataca el cultivo. Durante la etapa vegetativa, el ataque a los brotes tiernos puede secarlos y dejar plantas más bajas y con menor potencial de rendimiento. En la etapa reproductiva, puede perforar vainas en formación y provocar su caída, mientras que si el ataque ocurre en la etapa de llenado de grano, las larvas consumen directamente los granos, generando pérdidas totales en la producción. “Una vez que el adulto pone huevos dentro de la vaina, ya no se puede controlar de ninguna manera”, explicó Socías.

Respecto a las estrategias de manejo, la investigadora señaló que en el norte del país se logró controlar la plaga, pero no erradicarla, utilizando curasemillas para proteger la implantación del cultivo y aplicaciones foliares sucesivas. “El problema es que las emergencias de adultos se producen en camadas, tras cada precipitación, por lo que un solo tratamiento químico no alcanza, ya que los productos actuales no tienen residualidad”, aclaró.

De no realizarse controles, los daños directos pueden alcanzar entre el 70 y el 100% del cultivo, debido al consumo de la larva del grano, sumado a un daño indirecto por la entrada de agua y patógenos a través de las perforaciones realizadas por el insecto, deteriorando la calidad del grano. “Muchas veces, todo termina siendo para descarte”, concluyó Socías.