16/04/2012

Riesgos: es clave la administración de los imponderables

 Agricultura / Herramientas de gestión. Por Félix Sammartino | LA NACION

Suerte que al menos escucha un poco de música. Desde la chata, el productor observa el trabajo de la cosechadora, que al no tener nada que la detenga vuela por el lote. Las tolvas tardan una eternidad en llenarse. La carga del camión apenas se va a completar. Con estas comprobaciones, al joven productor se le cae la última esperanza de obtener un rinde de soja "no tan malo". Un resultado que no estaba previsto cuando planificaba las siembras y se largó a alquilar campo a los vecinos. En un ejercicio inútil repasa mentalmente el listado de "hechos extraordinarios" que le explican por qué se encuentra en una situación tan comprometida. ¿Quién iba a pensar que en diciembre terminaría lloviendo sólo un milímetro, el peor registro de los últimos cincuenta años? Y que el trigo lo vendió a 120 dólares en lugar de los 170 dólares proyectados. Y que las cuentas a pagar de este mes, como la del combustible o el impuesto inmobiliario, le están demostrando que la inflación ya no es del 20% como la tenía presupuestada. Y que la plata que le prestaban al 15% ahora se la cobran al 35%. Y que de improviso le comunican que ya no puede retirar más insumos si no paga en la agronomía del pueblo. Finalmente llega a la misma conclusión de siempre: ocurrió todo lo que no podía ocurrir.

Lo descripto, lamentablemente, no es una situación excepcional. Se calcula sin temor a exagerar que, con distintos grados, puede haber dos o tres casos similares en cada localidad del interior. El más sonoro es el de un pool de siembra rosarino que en esta campaña sembró 14.000 hectáreas y enfrenta graves problemas financieros con una infinidad de cheques rebotados. ¿Cómo se llega a estos callejones que parecen no tener salida?

Para los especialistas consultados lo primero es una toma de conciencia de la amplia gama de riesgos que involucra la producción agropecuaria, que excede largamente al riesgo climático. Entender que la ocurrencia de situaciones es una cuestión de probabilidades. Y que aún las más extremas, alguna vez también ocurren.

Esta toma de conciencia del riesgo es en definitiva el primer paso que tiene que dar un productor para convertirse en empresario. Porque así como un productor administra eficiencias, un empresario es en definitiva un administrador de riesgos. Sólo de esta forma se puede emprender cualquier plan de crecimiento o expansión. Vale no olvidar que cada riesgo supone un beneficio y una oportunidad.

Para muchos productores la toma de conciencia y manejo de los riesgos es un proceso que les llevó años y que en general fue disparado por un hecho traumático. Pablo Hary, nieto del fundador de los grupos Crea, forma parte de una empresa familiar mediana que produce en campos bonaerenses propios y alquilados, aproximadamente en un 20% y un 80% respectivamente, que después de sufrir las inundaciones de fines de los años ochenta y las últimas sequías aprendió a "identificar y ponderar los riesgos inherentes a nuestra actividad y a partir de ello diseñar estrategias para mitigarlos". Al comienzo de cada campaña implementa este concepto incorporando los principales factores potenciales de riesgo y sus atenuantes en una matriz. Después dan una valoración a cada uno de ellos y de esta forma pueden cuantificar la exposición al riesgo que tiene la empresa y definir la que están dispuesto a asumir. "Esta decisión está estrechamente relacionada con los costos que vamos a incurrir para atenuar estos factores de riesgo y también con la rentabilidad final" afirma Hary.

De todos los factores que disponen para atenuar el riesgo , la diversificación es considerada como la determinante. Para Hary es una cuestión de sentido común y por eso mantiene, "contra viento y marea la actividad ganadera".

Gustavo Grobocopatel y Horacio Busanello, presidente y CEO de grupo Los Grobo, respectivamente, analizaron que el proceso de toma de conciencia y manejo del riesgo es una suma de capas de conocimiento que se van agregando al cabo de los años. "Nuestro trabajo es justamente la gestión del riesgo. Cuando la empresa comenzó con las siembras en campos de terceros sabíamos que debíamos disminuir el riesgo por medio de la diversificación geográfica y de cultivos. Más tarde nos dimos cuenta que también debíamos trabajar con coberturas de precios con el mercado de futuros y opciones. Lo que no sabíamos era todo el camino que todavía nos faltaba por recorrer en cuanto al manejo del riesgo", recuerda Grobocopatel. En efecto, los factores a controlar que después se fueron agregando a su gestión van desde la adopción de seguros multirriesgo a la cobertura de monedas por las posibilidades de devaluación que tiene cada unos de los países de Sudamérica donde operan (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia). También pasaron de trabajar con márgenes brutos a incorporar herramientas financieras que miden el retorno de capital con ajustes de riesgo. Además implementaron una estrategia de integración vertical en distintas actividades, principalmente en granos, que va de la producción a la exportación, y una cultura interna en la que toda la empresa mide el riesgo. "Es fundamental tener una operación disciplinada, el riesgo disminuye si las cosas se hacen bien. La escala y el crecimiento no necesariamente hacen al negocio más seguro. El riesgo no segmenta por tamaño", agrega Horacio Busanello.

En El Tejar, que también siembra en Brasil, Argentina, Uruguay y Bolivia, funciona desde hace tres años un comité de riesgo con funcionarios de distintas áreas que evalúan estados de situación y detectan tanto problemas como oportunidades. "Hoy un productor de 200 hectáreas tiene casi la misma información que uno que siembra 10.000 hectáreas. Esto no era así años atrás. Lo que hace la diferencia es la estrategia que resulta de esa información generada y como se vuelca al proceso productivo", reflexiona Horacio Ackermann, CEO de la empresa.

Además de las herramientas, es determinante la aversión o la preferencia al riesgo que tengan los productores. Es la que terminará estableciendo la relación entre las deudas y el capital comprometido en la actividad con el patrimonio.

El consultor Fernando Aftalion (h) elaboró una interesante categorización (ver cuadro) de los productores, desde los solo propietarios hasta los que siembran a nivel regional, en la que se establecen variables como las motivaciones, las fuentes de financiamiento, los estilos de gerenciamiento y la diversificación geográfica que se traducen en distintos niveles de riesgo sobre el capital de trabajo.

En definitiva, el riesgo es inherente a la producción, al beneficio y al crecimiento, la cuestión es saber gestionarlo y no mirar a un costado.

22%

Diferencial en precios

Incremento de la soja cotizada en Rosario.

0 mm

Lluvia en diciembre

Registrado en Piedritas, el menor en 140 años