22/02/2012

Patente argentina para el proyecto de tolerancia a la sequía

 El proyecto fue desarrollado por investigadores de la UNL y el Conicet. La patente fue licenciada por ambas instituciones a la empresa Bioceres en 2004. INFOCAMPO


La Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el CONICET, con la gestión de licencia de Bioceres, obtuvieron la aprobación de la patente argentina para el desarrollo tecnológico que permite obtener plantas tolerantes a sequía y salinidad.

Este nuevo registro de propiedad intelectual deviene de un trabajo de investigación que, desde hace casi de dos décadas, llevan adelante los científicos de la casa de estudios.

Los investigadores obtuvieron plantas transgénicas capaces de tolerar condiciones de sequía y salinidad; en otras palabras, capaces de sobrevivir en condiciones muy desfavorables.

La falta de agua y el exceso de sales son factores que afectan a las plantas: en lenguaje biológico, las “estresan”. Para hacer frente a estas agresiones, han adquirido mecanismos de adaptación que son más o menos efectivos, según la especie.

Uno de esos mecanismos está regulado por un gen de girasol que aislaron investigadores del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL). El gen fue introducido como transgén en plantas que se utilizan como modelos experimentales. El resultado fue una nueva planta, con su estructura genética modificada, capaz de soportar algunas de las peores agresiones que sufren, por ejemplo, los cultivos extensivos.

El equipo viene trabajando en la genética del desarrollo de girasol desde hace años. De hecho, el primer gen que aislaron (y patentaron como herramienta biotecnológica) fue el HaHB4, que confiere a las plantas tolerancia a la sequía, la salinidad y el ataque de insectos herbívoros.

Posteriormente, el desafío fue trasladar el trabajo a soja, maíz y trigo, cultivos genéticamente muy distintos. Actualmente se está evaluando esta tecnología a campo, con resultados avanzados en los tres cultivos: trigo, soja y maíz.

“Los ensayos a campo evidencian resultados mejores que los esperados por lo que en poco tiempo podrían llegar al mercado”, indicó Raquel Chan, tras reseñar que el trámite hasta obtener la protección de la propiedad intelectual en nuestro país demandó dos años más que en otros países y siete en total. Durante los cuales el trabajo del equipo continuó a ritmo sostenido.

El trabajo ha mostrado que las especies transformadas pueden soportar periodos más prolongados de exposición a condiciones extremas que sus originales sin transformar. El tiempo de sobrevida depende también de la combinación del tipo de clima y las condiciones de suelo donde se encuentre cada cultivo.

La tecnología en cuestión involucra la utilización de un promotor inducible por condiciones de estrés hídrico y salino, elemento cuyo empleo queda protegido por la patente obtenida en nuestro país, y anteriormente en Estados Unidos, India, México y China.

Orígenes
La investigación se gestó en el ámbito de la Cátedra de Biología Celular y Molecular de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB), comprendida en el actual Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), dependiente de la UNL y el CONICET, que dirige Raquel Chan.

El equipo de inventores estuvo conformado inicialmente por Gabriela Gago, Carlos Dezar (líder de Biología Molecular de INDEAR), Daniel González y Raquel Chan, directora del equipo. Asimismo y para la continuación del proyecto intervinieron otros estudiantes de doctorado e investigadores del IAL, quienes aportaron al mejoramiento de esta tecnología. Entre ellos, cabe mencionar al Dr. Pablo Manavella quien encontró que las plantas eran tolerantes al ataque de insectos, hito posterior a la presentación de la patente así como a los licenciados Agustín Arce y Matías Capella que contribuyeron con el análisis de las secuencias, la Dra. Karina Ribichich que participó en el análisis de las plantas de trigo y la Dra. Julieta Cabello que realizó ensayos en la cámara de cultivo con las plantas de interés agronómico.