Analistas del sector carecen de un diagnóstico preciso que explique el porqué de la situación. ON24AGRO
En este marco, se llevó a cabo por parte de profesionales del Departamento de estimaciones y proyecciones agrícolas de la Bolsa de Cereales una exposición donde mostraron números y tendencias del nivel de tecnificación del sector agrícola a nivel nacional. Dividido en baja, media y alta tecnología, la conclusión del estudio es que el 90 % de la producción agropecuaria nacional tiene niveles medios y altos de tecnología. Sin embargo, la alta tecnología tuvo un retroceso de 10 puntos porcentuales de dos años a esta parte. La otra parte de la disertación constó de datos sobre siembras y cosechas esperadas y su comparación con promedios históricos. En este sentido, revelaron que la cosecha de soja esperada para este año es de 55 M de toneladas, lo que constituiría un récord histórico.
La mala noticia del día surgió cuando alguien preguntó cómo se hacía para aumentar la superficie sembrada de la oleaginosa. Los disertantes explicaron la dificultad que ésto conllevaba porque el salto en la extensión territorial ya había sido hecho y que el próximo paso de la producción de soja era aumentar el rendimiento manteniendo la misma extensión. En este sentido, revelaron que la gran preocupación del sector es que las malezas ya no se controlan tan fácilmente como antes. Han desarrollado una resistencia a los agroquímicos que se les aplican y amenazan con poner un techo a los rindes sojeros.
Para contrarrestar esto, algunos productores siembran trigo en invierno “para tapar el lote y que no crezca maleza”, pero esa solución a medias no es aplicable en todo el país. Preguntados sobre qué se podía hacer para atacar la problemática, especialistas del sector confesaron que hoy por hoy no existe un diagnóstico preciso y a nivel nacional de por qué han desarrollado esta resistencia y, por lo tanto, el tratamiento del problema aparece azaroso y sujeto a soluciones coyunturales y locales.
La productividad de nuestro commodity madre está en serios riesgos y aparece como el desafío más fuerte del sector agropecuario encontrar una salida a este problema del que, hoy, ni siquiera se conoce su origen.