14/02/2024

La batalla agrícola: dos lecciones desde el campo que me marcaron un antes y un después en el manejo del maíz

La lluvia finalmente llegó, desatando una batalla entre el maíz y la sequía en el veredicto final: la cosecha; cuando conocí sobre el poder del Nitrógeno y la dosis variable. AGROFY NEWS - 13/02/2024
 

Hace una década atrás, en la campaña seca del 2012/13, en la batalla constante por cosechar victorias en los campos de Río Cuarto, me encontraba navegando las arenas de la toposecuencia típica: loma, media loma y bajo; armado con el conocimiento adquirido en la UNRC (Universidad Nacional de Río Cuarto). La clave: entender la reserva y el almacenaje de agua, la disponibilidad de nitrógeno y, su relación con cada posición del terreno. El desafío era sembrar un maíz de segunda sobre un terreno y antecesor desafiante (trigo), donde la billetera debía de algún modo creativo matar al galán.

Lecciones desde un campo de maíz

Con un muestreo previo, determiné el nivel de nitrógeno en el suelo: 65 Kg/Ha de N-NO3 (0-60 cm). La estrategia fue asignar dosis de nitrógeno según las necesidades, gobernadas por el potencial productivo, de cada zona (loma, media loma y bajo), pero confieso que este enfoque no me hacía sentir “all-in” por lo que, diseñé un ensayo en franjas con dosis creciente de Nitrógeno en la zona más fulera del lote: la loma.

El primer episodio de esta saga agrícola se documentó en el ensayo, donde la franja sin Nitrógeno destacaba (quizás por estar malísima) sobre las demás. La lluvia era escasa, como si los dioses del clima nos desafiaban, como es costumbre.

Mis colegas y yo caminábamos entre las franjas, y desde la 0 en dirección hacia dosis crecientes, ya en la de 69 Kg/Ha de Nitrógeno parecía que una lluvia milagrosa había caído ahí, aunque solo fueran nuestros deseos. La sensación era como que llovía por franjas pero evidentemente, la magia del Nitrógeno y el efecto en el tamaño y exploración radicular estaba más que activo.

Entonces, la lluvia finalmente llegó, desatando una batalla entre el maíz y la sequía en el veredicto final: la cosecha. Cuando contemplé el mapa del rendimiento, lleno de colores y formas que reflejaban mis decisiones, me di cuenta de una verdad épica: el maíz me había dado exactamente lo que le pedí. Uno que ha transitado el mundo de la agricultura de precisión y lo digital que ahora está encapsulando todo, sentía el sueño del pibe, la correlación perfecta.

Pero una sorpresa aguardaba en la loma: la dosis creciente de nitrógeno en el ensayo, había desafiado el potencial que yo había presupuestado, impactando grandiosamente en la producción total. Me sentí raro, como si algún nivel del juego no estaba desbloqueado y entonces reflexioné: “Si al final el maíz me dio lo que yo le pedí que me diera”.

Al cerrar este capítulo, comprendí que los resultados obtenidos eran más que datos de rendimiento; eran las huellas de una lucha entre el agua, el suelo, el fertilizante y el potencial productivo. Fue un sello contundente de que la agronomía es la ciencia creativa que puede hacerlo todo, el pilar fundamental de la agricultura moderna y dónde el potencial aún está lejos pero, actualmente hay herramientas para alcanzarlo algunos metros.

Como un gaucho afortunado, meses después, Google Earth actualiza su capa base revelando mi campo y ensayo, pintando con gradientes de verde el resultado de mis decisiones. Esto ya me causaba gracia, remarcando que fui muy “accurate” en mis decisiones agronómicas pero, que estuve lejos de desafiar el potencial y por ende, la rentabilidad.

En esta odisea agrícola, aprendí dos lecciones que resonaron como truenos en mi mente y marcaron el nivel de correlación desbloqueado: nunca subestimar ni condenar los distintos "ambientes" y generalmente el cultivo responderá a los deseos técnicos del agrónomo. Así es como se forjan las leyendas en los campos de batalla agrícola.