18/09/2014

Enfermedades: El dilema de la herramienta adecuada

Las nuevas tecnologías deben ser herramientas para agudizar el análisis y mejorar el proceso de la toma de decisiones. NAP

BUENOS AIRES (NAP) La producción agrícola muestra en los últimos años una práctica de cambio permanente, factores como el clima, la siembra directa, los productos fitosanitarios utilizados, la fertilización o ausencia de ella, dieron lugar a desafíos y debates de la nueva agricultura.

Este fue, precisamente, el eje central del Primer Encuentro Agronómico Syngenta, organizado en Victoria, Entre Ríos y concebido como un espacio de reflexión e intercambio de experiencias y, contó con la participación de expertos de CREA y Aapresid, docentes universitarios de todo el país, asesores y productores. Se abordaron temas vinculados con la incertidumbre del sector agrícola en materia de producción, la presión de selección que generan las decisiones y los cambios que se imponen a corto plazo.

ELECCION EQUIVOCADA

Los problemas que hoy aquejan al productor son en gran medida provocados por sus propias elecciones. Por ejemplo, cuando comenzó a sembrarse maíz tardío volvió con fuerza el tizón, la rama negra creció a expensas de la siembra directa, y aparecieron muchas enfermedades relacionados con la salud de los suelos, mientras que las “recetas” generaron resistencias de malezas y plagas a herbicidas e insecticidas.

Incluso, el ingeniero Emilio Satorre, director de grupos CREA, planteó el riesgo que implica el acceso a tecnologías que tienden a simplificar el pensamiento de los asesores. “Esa es la trampa de las nuevas tecnologías, ofrecer una visión simplificada del manejo del problema”, dijo.

En un contexto dinámico, cambiante e incierto, puede que cada uno ponga atención en diferentes aspectos, de manera que se vuelve necesario el monitoreo, buscar mayor precisión en el diagnóstico y compartir datos para construir conocimiento.

Los ingenieros Ramón Gijón, del INTA Chacra Barrow, y Marcelo de la Vega, de la Universidad de Tucumán, afirmaron que en cuestión de malezas se debe reconocer que la siembra directa trajo problemas diferenciados.

“Hace años no se usaban fungicidas y las plagas se adaptaban a la presión de selección; había malezas como el chamico, que desapareció con la siembra directa, y aparecieron otras como la rama negra, a la que le encanta el rastrojo. En definitiva, la presión de selección va cambiando la realidad del campo”, dijeron los profesionales.

LA PRESENCIA DE MALEZAS

Cuando se trata de malezas, es importante conocer el patrón de emergencia. Por ejemplo, el cardo ruso emerge con calor; la semilla de avena fatua está dormida en el lote; Amaranthus palmeri crece entre dos y tres centímetros por día. Cada maleza tiene su propia particularidad.

Según plantearon los especialistas, los problemas de control en rama negra se deben en general a que se llega tarde. Con Amaranthus palmeri se advierte falta velocidad en la toma de decisiones. Se trata de una maleza con cinco picos de emergencia, que en el primero de ellos debe controlarse con un herbicida hormonal para luego aplicar residuales. Si se deja sin controlar, entonces no puede cosecharse por la altura de las plantas (que superan los dos metros), en tanto que si de todas formas se cosecha, sólo se consigue la diseminación de la semilla.

De todos modos, a partir del análisis de más de 20 malezas diferentes y su situación en Argentina, los técnicos coincidieron en que, si bien hoy es posible controlar la rama negra, todo indica que durante 2016 se mantendrá como la maleza a combatir.

ENFERMEDADES

Más tarde, las fitopatólogas Margarita Sillón, de la Universidad Nacional del Litoral, y Norma Formento, del INTA Paraná, abordaron la situación sanitaria en soja, trigo y maíz: “No debería pasarnos todo lo que nos pasa. No deberíamos preocuparnos por producir más, sino por producir mejor. No se puede controlar lo que no se mide, y lote aplicado no significa lote olvidado”, comentaron.

Este año, en materia de cereales, hubo un avance de las enfermedades foliares por el invierno suave. En Santa Fe, por ejemplo, se registró Ramularia en cebada, mezclada con mancha en red y afecto sobre todo a los cultivos con estrés. También explicaron que aumentaron las patologías de semillas.

En trigo se detecto Pythium (oomycetes) y Rizhoctonia. Además apareció la enfermedad denominada “mancha amarilla temprana”, roya de la hoja y es muy posible que aparezca fusariosis de la espiga. Además, llamó la atención que la roya del tallo se advierta en la hoja, sobre todo en trigos de ciclo corto.

VIENE LA PLAGA

Más tarde, los ingenieros Roberto Peralta, de Córdoba, y Augusto Casmuz, de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, de Tucumán, explicaron por su parte que cualquier cambio o “ajuste de tuercas” en el manejo de plagas genera un nuevo escenario porque cambia el equilibrio natural.

“El monocultivo no permite el desarrollo del conocimiento, sobre todo en manejo de plagas. Las decisiones en el uso de insecticidas no son para nada sencillas y la tendencia a simplificar provoca grandes errores que se pagan con la naturaleza. Por ejemplo, después de 2002 se multiplicó la cantidad de plagas en soja. Con la aparición de las diamidas se incrementó el monouso de tecnologías, con muchas fallas en la calidad de la aplicación, y durante muchos años de utilizaron recetas que incluían la cipermetrina como principal activo. Siempre corremos a las plagas de atrás”, explicaron.

Luego, añadieron: “El sistema agrícola está en constante movimiento y es necesario abordarlo de manera completa. Las malezas se combaten con todo tipo de herbicidas, pero son pocos los que se paran a pensar que las orugas de la verdolaga y la oruga Spodoptera cosmioides adoran el yuyo colorado y lo prefieren a cualquier cultivo. A pesar de lo útiles que pueden resultar muchas tecnologías, la oruga Diatraea sacccharalis y la oruga cogollera están provocando serios problemas en Córdoba; y los complejos de picudos siguen causando un gran daño en la soja en el NOA; sólo por mencionar dos casos”.

El Primer Encuentro Agronómico de Syngenta dejó en claro que es necesario generar conocimiento en para el sector productivo y eso supone aumentar el nivel de interacción entre la ciencia y la tecnología por un lado y, por el otro, los técnicos y productores, que son quienes recorren los campos a diario. Como sostuvo el ingeniero Satorre al comienzo de la jornada, “sin duda, muchas cosas han cambiado, pero es mucho lo que debemos cambiar”

Las nuevas tecnologías deben ser herramientas para agudizar el análisis y mejorar el proceso de la toma de decisiones, pero sólo la información y el conocimiento compartido permitirán tener mejores herramientas para tomar una decisión en un sistema marcado por la incertidumbre”(Noticias AgroPecuarias).