CHACABUCO.- Desde que las cosechadoras empezaron a entrar a los lotes de trigo del centro y el norte del país, los números que aparecen en los monitores no dejan de sorprender. En varios establecimientos, las máquinas están levantando rendimientos que superan los 6000 kilos por hectárea en el centro del país, un valor histórico que en algunos casos casi duplica la media habitual. Y la sorpresa no queda ahí: regiones que suelen tener desempeños más moderados —como el NEA y el NOA— también mostraron rindes muy por encima de lo esperado, con 3000 a 5000 kilos. Así, la campaña 2025/26 se consolidó como una de las más destacadas de los últimos años, impulsada por una combinación de clima, manejo y genética que permitió alcanzar rindes récord. Ese es el panorama que describió Jerónimo Costanzi, gerente de desarrollo de productos para Autógama de GDM, en diálogo con LA NACION durante la jornada a campo DONMARIO MÁS, donde la firma presentó tres nuevas variedades de trigo en su Centro Experimental en esta localidad bonaerense.

Remarcó que el salto productivo es contundente. En el norte y en el centro del país, los resultados “están muy por encima de lo que se esperaba o de los rendimientos históricos”, con un abanico que va “de 20-25 quintales (2000-2500 kilos) hasta 45-50 quintales (4000-4500 kilos)”, además de casos en la zona centro que alcanzan 60 quintales.
Son registros que no se veían desde hace años, incluso en zonas consideradas de alta variabilidad climática. “Cuando el rendimiento promedio es más de 1500 kg o 2000 kilos, el trigo se piensa más como un cultivo de servicio, y si evoluciona muy bien, se lo deja como cultivo de renta. Este año evolucionó muy bien”, resumió.
El comportamiento se vio en el NOA, con lotes estables y productivos en Tucumán, Santiago del Estero y Salta. También en el centro-norte de Córdoba y en Entre Ríos, donde la campaña mostró una homogeneidad poco frecuente entre zonas tan distintas.
En los ambientes de mayor potencial del centro del país apareció otro de los fenómenos que definieron esta campaña: los picos de 6000 kilos. Allí, donde el promedio suele ubicarse en 3000–3500 kilos, se registraron lotes con “rendimientos de 4500 kilos a 5500-6000 kilos”, un salto que refleja cómo el cultivo aprovechó cada milímetro disponible durante el otoño, el invierno y el inicio de la primavera.
Estos rendimientos, remarcó, son el resultado de una campaña que tuvo muchos factores a favor. En primer lugar, indicó que “comenzó con muy buenas condiciones climáticas, principalmente desde el punto de vista de la reserva hídrica en los perfiles de suelo”. Esa base, dijo, permitió una siembra pareja, en fecha y con perfiles cargados, algo que hacía varias campañas no ocurría con tanta regularidad.
A lo largo del invierno, las precipitaciones acompañaron y las temperaturas se mantuvieron dentro de rangos que favorecieron el desarrollo. “Las precipitaciones que se fueron registrando y las temperaturas permitieron que el cultivo pueda expresar todo su potencial de rendimiento”, describió. Esa estabilidad durante los momentos críticos del ciclo —macollaje, encañazón, espigazón— es una de las razones de fondo del salto productivo.

Con este escenario, remarcó que las proyecciones nacionales se ubican entre 24 y 25 millones de toneladas sobre una superficie de 6,3–6,6 millones de hectáreas. Es un volumen que vuelve a ubicar al trigo argentino en un piso alto, después de años condicionados por la falta de agua.
La semana pasada, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó que la campaña apunta a niveles excepcionales. La entidad proyectó una producción de 24,5 millones de toneladas, con un rinde promedio nacional récord de 37,7 quintales por hectárea sobre una superficie de 6,9 millones de hectáreas. La entidad rosarina detalló que de confirmarse estos valores, el ciclo actual superaría en 6,5% a la “supercampaña” 2021/22 —que había logrado 23 millones de toneladas— y marcaría un nuevo máximo histórico para el trigo argentino.
Otro factor que favoreció la campaña fue la sanidad. Costanzi explicó que “fue una campaña con comportamientos más bien leves” en materia de enfermedades, lo que redujo la presión sanitaria sobre el cultivo. Señaló que la mancha amarilla apareció de manera puntual en estadios tempranos y que la roya anaranjada y la roya amarilla se mantuvieron “con severidades bajas”, un escenario que permitió que muchos lotes cerraran “con una sola aplicación de fungicidas”.
El único punto crítico, comentó, llegó “hacia el final del ciclo con presencia de fusarium”. Ese hongo apareció porque la espigazón y la antesis coincidieron con humedad y temperaturas adecuadas para su desarrollo. Aun así, el impacto general no alcanzó a revertir la tendencia positiva de la campaña.
En este contexto, Costanzi remarcó que la campaña dejó una señal clara para los técnicos: cuando el clima acompaña y el productor tiene un planteo ajustado, los techos se corren. “Está en evidencia en una campaña como esta: donde se dan buenas condiciones climáticas, el productor adopta las tecnologías y el cultivo puede llegar a explorar todo su potencial de rendimiento”, apuntó.
“El productor va incorporando nuevas variedades porque ese recambio está explicado por el salto productivo y por la mejora sanitaria”, afirmó. Además, el trigo exige adaptarse a un patrón sanitario muy dinámico, por eso el portfolio evoluciona rápido. A esto se suman nuevos criterios agronómicos, como la tolerancia a heladas en pasto, que la marca y otras instituciones están relevando de manera más sistemática.

En el evento de la firma se presentaron tres variedades. La DONMARIO Araucaria, que según detallaron es de ciclo 2 largo, una variedad con bajos requerimientos de frío y muy plástica en fechas de siembra. “Es una variedad que se recomienda para todo el país, especialmente para siembras tempranas, por su alto potencial de rinde y su muy buena sanidad“, detalló Matías Venece, gerente de Desarrollo de Autógamas de GDM. En tanto, Casuarina, de ciclo intermedio, se posiciona para fechas de siembra entre el 1 y el 30 de junio. Tiene alto potencial de rendimiento, excelente comportamiento sanitario —sobre todo frente a roya— y combina estabilidad en ambientes complejos con máxima expresión en los más favorables.
Por último, Tipa, de ciclo corto, se ubica “dentro de lo mejor que hay” en ese segmento, con un muy buen perfil sanitario y estabilidad en ambientes exigentes sin resignar rinde en los más productivos.
Las tres variedades se comercializan dentro de Sembrá Evolución, la plataforma que concentra las nuevas tecnologías, la genética más reciente y el esquema de reconocimiento de propiedad intelectual. Patricio Minillas, gerente de marca de DONMARIO Semillas, explicó que el trigo es un cultivo que exige un recambio varietal más rápido que otros porque, cuando una variedad se masifica, “empieza a mutar susceptibilidades a enfermedades”, lo que obliga a que el portfolio se renueve de manera constante.
Minillas señaló que Sembrá Evolución “es el sistema que hoy le permite a compañías como GDM poder invertir en su programa de mejoramiento para, en definitiva, agregarle valor a los productores”. Remarcó que detrás de cada lanzamiento hay genética que apunta a “más productividad, más aptitud, más estabilidad”, un círculo virtuoso que impulsa la adopción de materiales más eficientes y adaptados a distintos ambientes.
Por Pilar Vazquez