A los vaivenes de los mercados internacionales se suman las erráticas políticas públicas internas, señala el investigador del Conicet. Dice que la tendencia de mediano plazo sigue siendo positiva.
Retención de la soja. “No es una teoría conspirativa, el productor lo hace por una lógica individual”, dice Barsky. LA VOZ
El sector agropecuario argentino, uno de los pilares de la economía local –sobre todo en lo que se refiere a aporte de dólares–, está atravesando un mal momento, pero la tendencia a mediano plazo no es mala en materia de precios internacionales.
Osvaldo Barsky, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y magíster en Sociología Rural disertó en Córdoba, invitado por el Banco Supervielle y dialogó con La Voz del Interior sobre la actualidad del sector.
–¿Cuál es hoy el escenario del agro?
–La situación es complicada porque el sector, al estar ligado al mercado internacional y ser un proveedor de productos de la canasta básica, siempre está estrechamente ligado a los vaivenes de la política macroeconómica interna y los vaivenes de los mercados internacionales.
–¿Hoy ambas cuestiones son negativas?
–En estos momentos los vientos en contra se van sumando. A las políticas agrarias desfavorables del Gobierno se sumaron aumento de los costos, sobre todo el combustible y otros insumos, y la caída significativa de los precios internacionales de los últimos meses. Además, las políticas macroeconómicas inestables (inflación, oscilación de la moneda, falta de horizonte), agudizan estas situaciones.
–Se habla bastante de que el productor retiene la soja y no liquida divisas...
–Es una conducta lógica. Cuando por la inflación se van atrasando los precios con relación a la divisa, está claro que es una bomba de tiempo. Ya pasó en enero cuando dijeron que no iban a devaluar y lo hicieron. Cuando hay estas señales, el productor se refugia en los bienes físicos. Si no, ¿qué hace un productor con los pesos si vende? No es una teoría conspirativa, lo hacen por una lógica individual. Estas cosas se corrigen con señales de mercado claras, no se puede salir a perseguir de a uno.
–¿Qué pasa con otros productos, como carne y leche?
–Hay algo muy raro a esta altura. El Gobierno está en una etapa muy compleja, pero también muy esquizofrénico. En el momento que se prohibió la exportación de carne, acá (el secretario de Comercio, Augusto) Costa y compañía se olvidaron que hace 15 días había estado Putin en Argentina y ese mismo día, Casamiquela y Débora Giorgi estaban en Rusia promoviendo la venta a de carne y leche. Ya dieron marcha atrás con los dos.
–Pero el Gobierno argumenta que es para cuidar el mercado interno.
–Es algo casi infantil porque los países inteligentes tienen una política de producción para exportación y de producción para el mercado interno articulada y compleja y la van regulando para cubrir los dos frentes. Uruguay, por ejemplo, con la carne que es vital, tienen una política de tipo de cortes para el mercado interno y otra de cortes para la exportación.
–Acá la exportación se redujo.
–No hay magia; si uno frena la producción se empiezan a matar las vacas madres, el stock baja y para los mismos objetivos hay cada vez menos animales. Es falta de idoneidad, de manejo. Esto marca hasta qué punto las decisiones son arbitrarias.
–Los precios internacionales están bajando, ¿cuál es la tendencia?
–El mercado de productos agrícolas tiene rigideces de demanda y de oferta. La demanda está creciendo permanentemente por la expansión de los mercados asiáticos y otros emergentes. Y la oferta también es un poco inelástica porque los productores no pueden bajar su producción. Eso hace que cualquier movimiento, como excelentes climas en los países más grandes productores (lo que pasa ahora en Estados Unidos), desacomoda el mercado. Y como una parte grande del mercado, un 30 o 40 por ciento, son fondos de inversión, estos vaivenes se agudizan. En este momento, hay una expectativa de cosecha muy alta, pero estructuralmente esto no va a ser así.
–¿O sea que a mediano plazo esta baja se va a revertir?
–Todo indica que, por la expansión de la población y la urbanización en los mercados emergentes, la demanda va a seguir muy fuerte. Además, la oferta esta concentrada en pocas países: hoy las únicas posibilidades de aumentar la producción en nuevas tierras son Asia, América del Sur y el Este de Europa. Entonces, no hay mucho dónde expandirse. Más allá de los cambios técnicos, como la oferta no va a ser monstruosa, estructuralmente, los precios van a seguir para arriba, más allá de ciclos en baja como este, que pueden durar uno o dos años. Pero sería rarísimo volver a tocar los pisos de comienzos de 2001, con una soja a 130 dólares (cotiza cerca de un nuevo piso de 350 dólares en Chicago).
Quién es
Osvaldo Barsky es profesor de posgrado e investigador principal del Conicet y Magíster en Sociología Rural. Investiga en historia estructuras y políticas agrarias y de desarrollo rural. Es consultor de organismos internacionales como FAO, Banco Mundial, BID, entre otros, en temas agrarios.
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