01/06/2020

Los costos y el dólar, la mala junta que quita previsibilidad

La costumbre de relacionar los precios con el tipo de cambio, encarece la producción y la resta competitividad. AGROVOZ

Alejandro Rollán

Por su proximidad geográfica y su complementación productiva, Argentina y Brasil acumulan una historia de intercambio comercial que hoy tiene a ambos países como los principales referentes del Mercosur.
Esa relación permitió que, con los años, industriales argentinos decidan instalarse en tierras brasileñas, tentados por el tamaño de su demanda y también –lo comprobaron estando allá– por la mayor previsibilidad económica.
La posibilidad de estar en ambos lados de la frontera les permite hacer comparaciones: desde la forma en que se abordó la situación epidemiológica por el nuevo coronavirus hasta cómo las variables macroeconómicas inciden en sus negocios.
“En Brasil no hubo una parada obligada y en las empresas siempre hubo gente trabajando, aunque en algunos casos con menos disponibilidad. Las empresas siguieron haciendo servicios a campo. Los proveedores nunca pararon en la zona de San Pablo”, observó un industrial cordobés de la maquinaria agrícola, con planta en el Estado paulista.
No es odiosa
Desde su llegada al vecino país, en 2015, lo que más lo sorprende es la previsibilidad de su economía, más allá de las variaciones en el tipo de cambio, algo que en Argentina es difícil de lograr.
Para ilustrar la diferencia, pone un ejemplo concreto.
En Brasil, a comienzos de año y con un tipo de cambio de 4,10 reales, un proveedor de corte y plegado de chapa cobraba por su producto 9.000 reales; cinco meses después, con un valor del dólar de 5,70 reales, lo sigue facturando al mismo precio en moneda brasileña. Es decir, la devaluación del 39 por ciento no se tradujo en aumento de precios.
En Argentina –compara el empresario– la situación de diferente.
Según sus números, desde julio de 2017, con un dólar a 15,50 pesos, hasta la actualidad, con un tipo de cambio oficial que ronda los 70 pesos, el proveedor del mismo rubro aumento el precio en pesos 370 por ciento. ¿La devaluación en ese período? 351 por ciento.
La vieja tradición de trasladar la suba del dólar a los precios internos es lo que debilita la competitividad de la producción nacional.
“A diferencia de Brasil, en Argentina cuesta ponerle precios a los productos exportados; siempre está el temor a no poder reponer el producto cuando se lo cobre”, admite el industrial.
Bajo estas circunstancias, que tienen un fuerte componente de expectativas, la dimensión del costo argentino se hace difícil de contrarrestar.
La carga impositiva es otro de los lastres que conspira.
La Fundación Fada le puso esta semana números a la presión tributaria que tiene uno de los productos que más se exporta: la soja.
Según el estudio, la carga impositiva sobre el eslabón primario, comercial e industrial alcanza a 165,49 dólares por tonelada, lo que representa 74,2 por ciento del margen bruto del producto. Demasiado peso para alcanzar eficiencia.