20/03/2024

Suelos en el norte cordobés después de la seca: rotación y cultivos de servicio, claves para evitar la compactación

Actualmente, se advierte que dos problemáticas afectan a los suelos del norte de Córdoba, a causa de la sequía de los últimos tiempos: la compactación y la pérdida de infiltración. Por lo que adquieren vital importancia el rol de los cultivos de servicio y la realización de una rotación equilibrada. AGROVERDAD - 19/03/2024

“Hay que tener presente que el suelo es un organismo vivo que, aparte de sus componentes geológicos, tiene microorganismos, que son los que van transformando la materia orgánica y los minerales en distintos componentes, para que puedan ser absorbidos por las plantas”, recordó el Ing. Agr. José Fortunato.

A continuación, reproducimos la entrevista completa con el profesional de dilatada trayectoria en el norte cordobés y, además, socio de la Rural de Jesús María y miembro del Grupo Tiere.

Fortunato brinda un estado de situación de los suelos en la región y estrategias para remediar esas condiciones.

Cuadro de situación

La sequía de los últimos meses afectó a los suelos del centro-norte de Córdoba. “Hubo también un aumento de temperatura del suelo, que mermó la actividad biológica y por ende su respuesta en la nutrición de los cultivos”, señaló el técnico.

“Hay que tener presente que el suelo es un organismo vivo que, aparte de sus componentes geológicos, tiene microorganismos, que son los que van transformando la materia orgánica y los minerales en distintos componentes, para que puedan ser absorbidos por las plantas”, describió Fortunato.

En este sentido, señaló que “la sequía afectó negativamente en estos organismos ya que no se pudieron generar buenas coberturas en las rotaciones”.

De acuerdo con el panorama brindado por Fortunato, se han encontrado que en muchos lotes y diferentes campos dentro del norte de Córdoba se padecen cierto grado de compactación y pérdida de la infiltración.

Este cuadro de situación es producto de la pérdida por mortandad de los organismos del suelo, por no tener una rotación equilibrada, debido a un menor aporte de rastrojo en la rotación, también por no tener las coberturas necesarias, más el paso de maquinaria repetitivamente.

Rotación

Frente a este panorama, una de las principales estrategias que destaca Fortunato para remediar estas condiciones del suelo es hacer una rotación de cultivos adecuada.

“De acuerdo a los balances de materia orgánica y a las pruebas de mineralización que han realizado diversos técnicos, entre los cuales me incluyo, las tasas de mineralización de esa descomposición de la materia orgánica son bastante alta. En algunos casos, supera el 4, 5% o hasta más de porcentaje anual”.

De esta manera, destaca que “sí o sí hay que tener una rotación de cultivos equilibrada, que sea sustentable y que sea rentable”.

“Con respecto a esto, hay que tener en claro que estos balances, que por más que uno tenga, por ejemplo, un monocultivo de maíz, que se supone que hace un gran aporte de materia orgánica y de rastrojo al suelo, no logran equilibrar la tasa de mineralización, el consumo anual que tienen todos los organismos del suelo que se alimentan de esa materia orgánica”, señala.

Entonces, Fortunato subraya que “sí o sí es deseable, es necesario, tener cultivos durante todo el año, tener raíces vivas y aporte de materia orgánica durante todo el año. En algunos momentos, ese cultivo era el trigo, pero estos años fue un poco más complicado”.

Cultivos de servicio

Paralelamente, aquí es donde entran también a jugar un rol fundamental los cultivos de servicio que, según Fortunato, “son los responsables de mantener la actividad biológica con sus raíces vivas y de hacer los aportes necesarios de materia orgánica en la rotación entre los cultivos de renta, que para la zona son básicamente dos: la soja y el maíz”.

“Entre ellos dos, es necesario, es deseable, que tengamos cultivos de servicio. Para poder lograrlo, hay que desarrollar técnicas de oportunidad de siembra de mezclas de especies. En esto es muy valioso lo que viene desarrollando el Grupo Tiere, con los distintos ensayos y pruebas de hacer cultivos asociados desde un inicio, para ya contar con cultivos de servicio que están medianamente deprimidos y son acompañantes de cultivos de renta”, destaca el socio de la SRJM.

En este sentido explica que, “cuando el cultivo de renta ya merma su condición porque se aproxima a la cosecha, los cultivos de servicio realmente toman una importancia significativa y no es necesario volver a ingresar a los lotes a hacer una siembra al voleo. Estas experiencias del Grupo Tiere son más que alentadoras”.

Analizar la infiltración

Para explicar la problemática de la compactación de los suelos, Fortunato señala que otra estrategia fundamental es analizar el grado de infiltración.

En este sentido explica que “para que tengamos una idea, el 47% aproximadamente de lo que es el suelo es la parte geológica, y más o menos entre un 5% a un 3% o menos es la materia orgánica. El otro 50% son gases, básicamente oxígeno y dióxido de carbono, que hacen a la vida del suelo”.

“Todos esos gases que representan hasta el 50% del suelo, necesitan salir por los poros para que ingrese el agua de lluvia”, explica. Y apela a un ejemplo más que gráfico.

“Es como una botella: si no sale el aire que está dentro de la botella, que supuestamente está vacía, pero no está vacía, sino que tiene aire y que debe desalojar el aire para que entre el agua, exactamente lo mismo pasa en el suelo. Es como una esponja, una esponja de cocina, que está recién comprada, nuevita. Es algo sumamente esponjoso, lleno de aire y que tiene una capacidad de inhibición muy alta de agua. Cuando esa esponja ya está aplastada, achatada, compactada, el agua está en relación al aire y a la esponjosidad que tenga la misma. Para el suelo, es más o menos la misma consideración”.

“Entonces, en la medida que tengamos la porosidad, vamos a tener una muy buena infiltración. Me ha tocado hacer comprobaciones en distintos lotes en los que fui consultado, donde me encuentro que, por todo esto que he mencionado, la velocidad de infiltración de agua de lluvia en esos suelos, que está relacionada directamente a la porosidad, apenas llega a unos 20, 25, 30 milímetros, y excepcionalmente a unos 40 milímetros de una lluvia caída”, apunta

“Eso quiere decir que, de una lluvia, supongamos, de 100 milímetros por hora, solo infiltran entre un 20% a un 40% de ese milimetraje. El resto desgraciadamente escurre y al que tiene realizadas las curvas de nivel y las terrazas, esa agua sale en forma ordenada y en los tiempos previstos por la sistematización”, destaca.

“Pero es agua que no está disponible para el cultivo y es agua que realmente se pierde. Y hay que tener en cuenta que eso es plata, que eso es producción y que en definitiva es renta”, comenta.

“Si uno compara un suelo bajo monte que tiene tasas de velocidad de infiltración arriba de 150, 180, 200 milímetros por hora, estamos observando la pérdida de agua con la pérdida de renta y los problemas que esto trae acarreado en el manejo de la cuenca”, advierte.

“Entonces creo que es muy importante hacer el análisis de cómo está la infiltración, de cómo está la compactación de los suelos y para eso hay una serie de herramientas disponibles para ir solucionando este problema”, señala.