27/04/2016

Pérdidas en la soja, un cuadro inverosímil

Por: Manuel Alvarado Ledesma. AMBITO.


Un problema muy serio de las exportaciones argentinas proviene de la logística y la recolección en la actividad agrícola. Como su participación resulta fundamental en el comercio exterior, ambos ítems se constituyen en el gran obstáculo de las transacciones con el exterior. Y en consecuencia, en el mayor cuello de botella en el ingreso de divisas.

Por Expoagro y las importantes compras de maquinaria, vehículos e insumos ordenadas durante su transcurso, quedó patente el optimismo de los productores, a partir de la nueva política económica.

Pero después de la catástrofe climática de abril, las cosas cambiaron y el ánimo rural sufrió su embate. Las lluvias mostraron con crudeza la falta de inversión -tranqueras adentro y afuera- sufrida durante los últimos años. Para peor de males, esta semana comenzó con precipitaciones. Y los daños a la producción no sólo han caído sobre la agricultura sino también sobre la ganadería, los tambos y la actividad frutihortícola.

En el caso agrícola, sobresalen los perjuicios al cultivo de soja por su mayor debilidad frente a las inclemencias climáticas. A principios de mes, quienes estimaban el volumen de la producción de soja, hablaban de algo más de 60 millones de toneladas. Hoy pocos creen que llegue a superar el volumen de 55 millones. En tal caso, habría una baja en la entrada de divisas próxima a u$s 1.800 millones; esto significa una reducción de más de u$s 500 millones en concepto de derechos de exportación. Solamente en lo referente al complejo sojero.

Vale remarcar las fuertes pérdidas conexas. Son las que resultan de la sobreexigencia en el equipamiento, como tractores, cosechadoras, tolvas y vehículos, y de los problemas sobre los suelos por el paso de las maquinarias. Así también la reducción en la calidad por manchado del grano y brotado.

Para que el lector tome una mínima idea, y a fin de lograr una mirada en perspectiva, el monto perdido representaría algo así como 8.000 cosechadoras y sus correspondientes equipos. De haber contado con tal número de máquinas, cerca de 7 millones de hectáreas se habrían trillado con anterioridad al inicio de las persistentes lluvias. Como se trata de una superficie total de soja y maíz de 24,5 millones, el área referida equivale a casi un 30%. Si se hubiese contado con tal parque de maquinaria, ahora quedaría tan sólo una superficie de aproximadamente 50% del total, en lugar de 80%.

Obviamente, los números surgen de una vista a vuelo de pájaro. Aunque la reflexión peca de lineal, sirve para tomar conciencia de lo inaudito de nuestras políticas económicas, sobre todo durante el período 2008/15. Y de paso vale recordar que no sólo perjudican la producción primaria sino a todos los eslabones -industriales y de servicios- de la cadena de valor y de la demanda de trabajo. La inestabilidad macroeconómica del período mencionado se caracterizó por el estancamiento económico (especialmente, a partir de 2011), el resurgimiento de la restricción externa y la fragilidad cambiaria, que agravó el cuadro y su consecuente efecto en su competitividad.

Merced al cambio de políticas, hoy la producción enfrenta un panorama que, a mediano plazo, habrá de mejorar el nivel de vida de todos los argentinos. Pero lo hecho hasta ahora es tan sólo el primer nudo desatado de la enredada soga que nos envuelve.

Si el Estado cobra derechos de exportación sobre el complejo de la soja, lógico sería que, de a poco, vuelque buena parte del correspondiente dinero en un fondo de financiación para la producción, la recolección y el transporte al sector privado, y para el desarrollo de infraestructura a lo largo y ancho del país. En definitiva, la producción de soja debe pagar un derecho de exportación del 30% aunque, justo es decirlo, se ha declarado el propósito de reducir tal coeficiente 5 puntos por año.

Dadas las ventajas comparativas y competitivas del eslabón agrícola, urge fortalecer los encadenamientos hacia atrás y hacia delante. Cuando el eslabón agrícola cuenta con renta adecuada, se verifica la consolidación de diversos tipos de bienes de capital, maquinaria agrícola, y para la industria procesadora de alimentos. Porque éste tiende a incrementar su demanda a fin de mejorar la capacidad productiva.

La realidad es dura: la maquinaria agrícola continúa siendo deficitaria en la balanza comercial pese a los innumerables casos positivos. Otros eslabonamientos hacia atrás incluyen fertilizantes, pesticidas, biotecnología o servicios de alta complejidad.

Si se desarrollaran los eslabones, se ahorrarían divisas mediante la sustitución de importaciones, se traccionaría el empleo y se incrementaría la población en lugares alejados de las grandes urbes.

(*) Economista. Profesor de la Maestría de Agronegocios de la UCEMA