17/11/2014

El equipo de la bioeconomía quiere sumar más jugadores para ganar

 El equipo de la bioeconomía quiere sumar más jugadores para ganar
Por Cristian Mira | LA NACION
Twitter: @cgmira |

En la era de la bioeconomía, nuevo paradigma del siglo XXI, que según no pocos observadores desplazará al paradigma de la era industrial del siglo XIX, aún hay mucho por recorrer.

Atraer nuevos jugadores a un partido que será de larga duración, mejorar la relación con el sector público y establecer normas claras sobre las regulaciones son algunos de los desafíos que tiene este sector clave de la economía.

Ésas fueron algunas de las conclusiones que se pueden extraer del foro Bioargentina, organizado recientemente por la Cámara Argentina de Biotecnología (CAB), que reunió a empresas de base biotecnológica con potenciales inversores.

Durante el encuentro, disertaron especialistas del exterior, entre los que se destacó el científico brasileño William Lee Burnquist, director de mejoramiento genético en el Centro de Tecnología Canavieira (CTC), que está desarrollando caña de azúcar transgénica, y fue asesor del Embrapa.

"La biotecnología agrícola ha tenido un tremendo suceso, hoy hay sembradas 175 millones de hectáreas con diversos tipos de cultivos en todo el mundo", dijo Burquinst, en diálogo con la nacion.

Según el especialista, las ganancias en productividad por un menor consumo de productos fitosanitarios y de combustible ascendió a 30.000 millones de dólares a nivel global.

Burquinst reconoció que hay una controversia entre productores y empresas que desarrollan los eventos biotecnológicos por el valor de la tecnología. Para que la inversión en la actividad se sostenga en el tiempo, consideró que las empresas de biotecnología tienen que capturar un tercio del beneficio económico que genera un evento transgénico. "Pero esa ganancia tiene que ser medida y el productor tiene que estar seguro de ella", dijo el científico brasileño.

La captura del valor, opinó, es clave para atraer inversores a la investigación en biotecnología.

Otro punto esencial para el crecimiento de la actividad es la mejora de los marcos regulatorios. La industria semillera advierte que la inversión en un cultivo transgénico, desde el laboratorio hasta su lanzamiento comercial, tiene un costo cada vez más elevado. Si bien reconoce que el Estado debe fijar los marcos regulatorios, la complejidad de las regulaciones se está transformando en una barrera para nuevos transgénicos.

Según Burquinst, contra lo que se supone, la complejidad de las normas "aísla a los jugadores menores". En otras palabras, los grandes jugadores de la industria de semillas están en condiciones de afrontar ese gasto, pero no así las firmas más pequeñas.

Respecto del desarrollo de la caña de azúcar transgénica, con variedades que prometen un aumento en los rendimientos, el científico brasileño estimó que estará listo a partir de 2017. También valoró como altamente positiva el trabajo que se hace en la Argentina para el mejoramiento de la caña de azúcar, a cargo de la Estación Experimental Obispo Colombres (Eeoc), de Tucumán.

Durante Bíoargentina hubo un espacio para que unos 200 grupos de investigación y empresas tomaran contacto con potenciales inversores. "El objetivo es impulsar alianzas, joint ventures y apoyo para las start up", explicó a la nacion el presidente de la CAB, Hugo Sigman. Hubo tres fondos de inversión que evaluaron diferentes proyectos. Entusiasmado por la cantidad de participantes del foro, Sigman, que entre otras empresas participa de Bioceres y Biogénesis-Bagó, destacó que el sistema financiero argentino tiene un gran déficit en reconocer la importancia clave que tienen las empresas de biotecnología en la economía. "No hace inversión de largo plazo", dijo.

Para la agroindustria, la biotecnología tiene una importancia cada vez mayor. Del total de 178 empresas biotecnológicas, casi el 60 por ciento coresponde al sector, entre semillas, inoculantes, salud animal, micro propagación vegetal, enzimas y aditivos para la industria alimenticia. A su vez, según datos de Roberto Bisang, difundidos por la CAB, el sector biotecnológico genera exportaciones por US$ 320 millones, de los cuales el 43 por ciento provienen de la industria semillera.