21/08/2012

Cuando el buen manejo hace la diferencia

Don Reicosky, experto en el suelo, y Amir Kassam, de la FAO, destacaron el uso de buenas prácticas como la siembra directa para el cuidado de los recursos y el aumento sustentable de la producción en el mundo. LA NACION

La importancia de la siembra directa como práctica conservacionista y para el cuidado del suelo fue uno de los ejes que tuvo el 20° Congreso de Aapresid "20 veces Sí".

Eso fue lo que ocurrió en los talleres, disertaciones y clases magistrales.

Al respecto, el especialista del suelo Don Reicosky ofreció su clase magistral "Agua, Suelo y Aire, los regalos de la naturaleza".

La visión de Reicosky se resume en lo siguiente: "Cien por ciento siembra directa, cero erosión; cien por ciento conservación, cero por ciento labranza".

Además, según este investigador, un "cien por ciento de siembra directa equivale a cien por ciento de seguridad alimentaria".

"Tenemos poca agua, poco suelo y mucha gente que alimentar en el planeta. No hay otra alternativa sustentable para producir las cantidades de alimentos necesarias sin conservación del suelo, sin el debido manejo de la biomasa del cultivo y del manejo mejorado del carbono", indicó.

Reicosky calificó de "suicida" la agricultura convencional porque perjudica al suelo.

"La agricultura convencional es una agricultura suicida que con la erosión agota el suelo", señaló. También consideró que la labranza es una forma de "abuso agrícola".

"Como nos muestra la historia de la humanidad, once imperios cayeron en siete mil años por causa del abuso agrícola. Sólo las civilizaciones que cuiden el suelo son capaces de persistir", enfatizó. "El abuso agrícola puede ser un factor de desastre mayor que las guerras, los terremotos o los tsunamis", agregó.

Según Reicosky, hay que "implementar estrategias de conservación para alcanzar un equilibrio".

"No podemos tolerar más la erosión teniendo al alcance una herramienta como la siembra directa, que es una agricultura sustentable, de mínima remoción del suelo, de cobertura permanente del suelo, de diversificación con rotación de cultivos".

El experto también habló de "pensar en carbono".

"Es importante que se entienda el ciclo del carbono, ya que sin la captura de carbono que hacen las plantas no tendríamos alimentos. Hay que considerar la planta como carbono, viva o muerta, la planta hay que pensarla en términos de carbono. La misma conservación del suelo está más relacionada con el manejo del vegetal que con el manejo del propio suelo", remarcó el experto.

Según Reicosky, "el enemigo número uno de la agricultura de conservación es la pérdida de carbono inducida por labranza, ya que esta interrumpe los ciclos naturales, altera no sólo el ciclo de carbono, sino del nitrógeno y del agua".

"La labranza con arado es la maestra del desastre. Hay que sacarla de nuestra terminología. A mí me gusta más la palabra siembra directa", apuntó.

En este contexto, Reicosky señaló que hay que "pensar en el carbono como sinónimo de conservación.

Además, exhortó a los productores "a comprometerse con los principios del sistema de siembra Directa, así como a "continuar con su pasión por el suelo".

Buenas prácticas

Amir Kassam, de FAO (Organización de las Nacionales Unidas para la Alimentación y la Agricultura), dijo que en la actualidad la agricultura de conservación abarca unos 125 millones de hectáreas en todo el mundo.

De todos modos, señaló que no resuelve todo porque el problema no es sólo de conservación o de degradación de los suelos.

"Combinada con otras prácticas, va a dar los cimientos para mejorar el sistema. Va a ser verdaderamente sustentable", destacó.

Entre otros conceptos, el especialista dijo que "sólo con la agricultura de conservación se pueden lograr resultados mejores del cuidado medioambiental".

Y agregó: "Muchos dicen que los productores no están interesados, no creo que sea así".

"Cada vez se está globalizado más la siembra directa", expresó. "La agricultura de conservación actualmente abarca unas 125 millones de has en todo el mundo", agregó el especialista.

Según Kassam, "la salud del suelo y la gestión del agua hay que racionalizarlas para que todo el ecosistema conviva".

PREOCUPACIÓN POR LAS MALEZAS RESISTENTES AL GLIFOSATO

La preocupación por el crecimiento de las hectáreas con malezas resistentes a herbicidas, en especial el glifosato, también estuvo en la agenda del congreso de Aapresid. Y se habló de la situación no sólo en la Argentina sino en otros países.

El especialista brasileño Ribas Vidal, por ejemplo, explicó lo que está ocurriendo en el vecino país. "Tenemos cinco millones de hectáreas afectadas con malezas resistentes al glifosato", dijo. "El comienzo de la detección de malezas resistentes se dio en consonancia con el aumento, según registros oficiales, de la aplicación del herbicida, y hoy estamos en un escenario peor que en los ochenta", agregó el especialista brasileño.

Según Ribas Vidal, la problemática actual en torno a las malezas difíciles de controlar representa "un escenario de resistencia mundial" que los productores deben tener en cuenta.

ATENTOS

Pocos recursos. En su disertación, el experto Don Reicosky remarcó que los recursos para producir son escasos mientras crece la cantidad de población que debe ser alimentada. Por ello, dijo, hay que hacer un manejo sustentable de la producción agrícola.
Lograr un equilibrio. De acuerdo a Reicosky, es factible lograr un equilibrio entre el cuidado del ambiente y la necesidad de producir más. Eso se puede conseguir con "estrategias de conservación", según afirmó.
El aporte de la siembra directa . El especialista destacó este sistema conservacionista. "No podemos tolerar más la erosión teniendo la siembra directa", indicó.
Gestión del agua. Amir Kassam, de la Fao, remarcó que el cuidado del suelo y el buen manejo del agua son imprescindibles para tener un ecosistema óptimo. Habló de racionalizar esos dos aspectos para que todo el ecosistema "conviva".