21/05/2018

Con rotación y manejo, el maní tiene en el norte lugar para crecer

El cultivo expande su frontera en el centro norte de Córdoba. Los suelos más arenosos son los que mejor se adaptan para la implantación cada cinco años. AGROVOZ

Alejandro Rollán

En sus 100 años de historia agrícola en la provincia, el maní ha recorrido con su presencia varios sectores de la geografía cordobesa. Arrancó en la zona de Río Segundo, con la radicación de las primeras industrias procesadoras; luego se desplazó hacia la región centro, con foco en Hernando, General Cabrera y General Deheza, donde conformó un polo industrial con un alto perfil exportador.
A fines de la década de 1990, los problemas de hongos de suelo hicieron que el cultivo se desplazara más hacia el sur. Ahora su presencia se extendió fuera de la provincia, al norte de La Pampa, este de San Luis y el noroeste bonaerense.
En los últimos años, la necesidad de hacer rotaciones más largas lo volvió a instalar más cerca de su zona de origen y también lo llevó a probar suerte en el norte provincial, donde la composición de suelos y el peso de la rotación estival soja/maíz no le dejaban muchas oportunidades.
Lo que comenzó siendo una prueba, hoy ya es una realidad. A tal punto que las empresas maniseras estiman que al norte de la ruta nacional 19 habría entre 15 mil y 20 mil hectáreas sembradas con este cultivo.
Seguimiento a campo
Con el objetivo de evaluar su comportamiento en la zona y realizar trabajos de investigación aplicada, por segundo año consecutivo el maní está dentro de la rotación agrícola del Campo Escuela de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, de la Universidad Nacional de Córdoba (FCA-UNC). Lo hace a partir de un convenio firmado con la empresa Aceitera General Deheza (AGD).
“Si bien no es un cultivo típico de la zona, vemos que las empresas y productores han comenzado a desplazarse con el maní hacia el centro norte de la provincia. Tanto el suelo como el clima son favorables para su desarrollo”, aseguró ante Agrovoz Camila Illa, docente de la cátedra de Biología Celular de la facultad, y responsable del convenio entre la casa de estudios y la empresa AGD.
Las 33 hectáreas sembradas en el establecimiento educativo, divididas en parcelas experimentales con fungicidas, biocontroladores, polímeros e inoculantes y un lote comercial que maneja la empresa exportadora, fueron escenario esta semana de una jornada a campo. Durante su desarrollo se evaluaron tratamientos sanitarios, variedades de semillas y se realizó una dinámica de arrancado.
El maní debutó en el módulo durante la campaña pasada. Fue sembrado sobre un rastrojo de maíz y en los lotes con suelos más sueltos. “Su rendimiento fue de 40 quintales en caja, una productividad similar a la zona núcleo manisera”, evaluó Illa.
En la actual campaña, el maní volvió a estar sobre un antecesor de maíz y, a pesar de la sequía estival y del exceso de humedad al final de su ciclo, su evolución ha sido satisfactoria. La cosecha será la encargada de dar el número definitivo.
Desembarco
Con el criterio estricto de llevar a cabo una rotación que incluya al maní cada cinco años, las principales empresas exportadoras están poniendo un pie en el norte de la provincia. “Vinimos para hacer mil hectáreas y hoy ya tenemos cinco mil”, comparó Gustavo Rinaudo, jefe de siembra de terceros del departamento Unagro, de AGD.
Para la incorporación del maní dentro de la secuencia agrícola del centro norte de Córdoba, la recomendación de AGD es que el antecesor sea soja y luego incluir un cultivo de invierno o de cobertura. “Para luego incorporar un maíz, con la vuelta del maní en el lote dentro de cuatro años, como mínimo”, aconsejó Rinaudo.
A partir de la asociación que promueven las empresas, el maní hoy ocupa superficie, por ejemplo, en la zona de La Para y Diego de Rojas, en el departamento Río Primero.
Según indicó Rinaudo, el 80 por ciento de lo que siembra AGD es a través de modelos asociados con los productores, una figura que –a su criterio– permite ser más eficientes con los tiempos de siembra, aplicaciones, arrancado y cosecha.
Elegir el suelo
A diferencia de los suelos franco arenosos que predominan en el sur de la provincia, donde el maní tiene su mayor presencia, la composición limosa (con más arcilla) de los perfiles en el centro norte de la provincia hacen que el cultivo exija ciertos recaudos.
Debido a ello, los suelos arenosos próximos a los ríos Primero y Segundo son aptos para su desarrollo.
“En los suelos franco limosos, el arrancado se puede complicar y hacer que las vainas lleven tierra pegada, lo que afecta su calidad industrial”, admitió José Gamba, del área de cultivo de maní de Olam, otra de las empresas productoras y exportadoras con presencia en la región.
El temporal con exceso de humedad de comienzos de mayo puso los suelos más duros, lo que dificulta el arrancado. “Es una tarea clave para evitar que las vainas no tenga contacto con el suelo y que queden ubicadas arriba, para favorecer el oreado y evitar problemas de calidad”, observó Gamba.
Se estima que, hasta el momento, la mitad del área sembrada en el centro norte de la provincia está arrancada, un ritmo inferior a la zona núcleo manisera, donde la tarea alcanza a 80 por ciento.
Los extremos climáticos a los que se vio sometido el cultivo durante la actual campaña abren interrogantes sobre la calidad y sobre la disponibilidad de semilla para la próxima siembra.
“Los que generalmente se usan para semilla son los calibres que van entre 40 y 50 granos por onza, que van a ser difíciles de conseguir este año”, adelantó Gamba.
En la industria seleccionadora también admiten un posible crecimiento en la oferta de maní para industria, que es el de menor tamaño. No obstante, por tratarse de un cultivo indeterminado, que mientras tenga condiciones seguirá produciendo hojas y flores, aún hay chances de que algunos lotes pueden aportar más kilos.