En la Jornada Soja con Sustentabilidad, la protección de cultivos tendrá un capítulo especial, con recomendaciones y estrategias de manejo para evitar la propagación de malezas problema. AGROVOZ.
Las malezas resistentes o tolerantes a herbicidas ya son consideradas una suerte de mala palabra en el agro argentino y cordobés. Según un estudio de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), entre 2013 y 2015 se duplicó la cantidad de biotipos resistentes presentes en la provincia de Córdoba.
Habida cuenta de la relevancia que ha tomado esta problemática, la 13° Jornada Soja con Sustentabilidad que el Grupo Agrovoz ( La Voz del Interior y Agroverdad) realizará el próximo 18 de agosto, tendrá un capítulo especial donde se debatirán diferentes estrategias de manejo para combatirlas.
Las conferencias estarán a cargo de dos asesores privados que trabajan en la Universidad Católica de Córdoba (UCC): los ingenieros agrónomos Julián Oliva y Lucas Remondino, quienes vienen realizando relevamientos y ensayos en toda la provincia desde hace seis campañas y, a partir de ese diagnóstico, brindarán recomendaciones para evitar que las malezas sigan proliferando.
Yuyos y gramíneas
El listado de las malezas que generan dolores de cabeza en los productores es encabezado por el “yuyo colorado”. Oliva mencionó que vienen haciendo ensayos desde la campaña 2010/11, cuando detectaron las primeras resistencias del biotipo amaranthus palmeéis , que tiene especial influencia en el sudoeste y sur de Córdoba, a lo que luego se sumó la amaranthus híbridas con preponderancia en el centro y sudeste. Las resistencias no sólo son a glifosato sino también a inhibidores de ALS. “El área afectada se ha expandido geográficamente. En el norte todavía es incipiente y por eso es importante tomar el problema con tiempo”, advirtió Oliva.
Para este técnico, la principal recomendación es estar informado sobre la situación de cada lote y establecer una estrategia de manejo específica. “La clave es anticiparse y tener en claro un programa de manejo de malezas, saber de ante mano con qué las vamos a tratar. Cuando uno improvisa, está frito”, evaluó.
En cuanto a las gramíneas, el foco de la exposición de Remondino apuntará a concientizar sobre el uso de graminicidas preemergentes, en lugares de los posemergentes que están teniendo menos efectos de control y suponen un mayor riesgo de generación de resistencias. Al respecto, afirmó que ya tienen un caso detectado en Piquillín de sorgo de Alepo que, además de la resistencia a glifosato, ahora sumó a otros tipos de graminicidas.
“Hay que evitar que las gramíneas tengan resistencias múltiples y la mejor forma de lograrlo es utilizar mezclas de dos mecanismos de acción distintos en graminicidas preemergentes, y utilizar a los post emergentes como una herramienta complementaria en caso de que tengamos algún escape”, indicó Remondino.
El clima, clave
Todo esto se potencia teniendo en cuenta que los pronósticos climáticos hablan de un año signado por el fenómeno conocido como “La Niña”, que supone un caudal de lluvias inferior a lo normal.
“En un año Niña, los cultivos están en una posición menos cómoda para competir; entonces, cualquier error en el manejo de malezas puede salir más caro”, subrayó Oliva.
Remondino, en tanto, amplió que en una campaña con precipitaciones erráticas, “los cultivos pueden estar 40 o 50 días para sacar surco y los herbicidas no incorporarse correctamente”. Y añadió que “a las gramíneas les gustan las altas radiaciones y temperaturas, contra una soja que prefiere condiciones absolutamente distintas”.