28/06/2013

"Sancionar la mala praxis, para no sospechar de todos"

Para Odriozola, la práctica aérea no aumenta el riesgo ambiental. LA VOZ.

Más allá de que se puede interpretar a la legislación europea de octubre de 2009 como restrictiva para la aplicación aérea de fitosanitarios (identifica a la deriva del producto como la razón para limitarla), en España los tratamientos con el medio aéreo ya venían en picada.
Iñigo Odriozola, inspector operacional de empresas aéreas de aplicaciones agroforestales, identificó algunas de las razones de por qué la actividad está en retroceso.
“Ha impactado el sistema de subvenciones que aplica Europa a la extensión agrícola y no a la producción. Un productor recibe 250 euros por hectárea, independientemente de que decida o no sembrar. Esa desmotivación de llegar a contar con el 70 por ciento de los ingresos sin sembrar, hizo que las empresas aplicadoras de productos cayeran en su actividad”, sostuvo el especialista español durante su disertación en el Noveno Encuentro Nacional de Monitoreo y Control de Plagas, realizado esta semana en la ciudad de Córdoba.
En la misma línea, enumeró las bajas en la limitación de la producción de algodón y remolacha azucarera, dos cultivos que demandaban en años anteriores aplicaciones aéreas; también el incremento en los precios de los combustibles y de los aviones. En definitiva, una veintena de empresas que antes ofrecían servicios de aplicación aérea de fitosanitario ahora lo complementan con el combate de incendios.

Castigar las malas prácticas. Según Odriozola, la legislación europea ha “criminalizado” los tratamientos aéreos por no controlar la deriva, cuando –de acuerdo con su visión– existen métodos tecnológicos y de trabajo para vigilarla. Para Odriozola, si la aplicación está realizada con buenas prácticas, el tratamiento aéreo de fitosanitarios no aumenta el riesgo ambiental.
A juicio del especialista, los tratamientos se pueden hacer bien o mal, más allá del medio que se utilice. “Hay que sancionar la mala praxis para no sospechar de todos”, aclaró el especialista.
Entre las falencias que identifica de la norma “madre” europea, Odriozola admite que su contenido no tiene en cuenta las diferencias climáticas entre los países del continente, donde algunos sufren ataques de plagas muy virulentos (por ejemplo los del arco suroeste) y que necesitan tratamientos.