11/10/2018

Junto al Inti y al Iram, los acopios implementarán un manual de buenas prácticas

Se trata de una herramienta diseñada para los casi mil acopios que hay en todo el país. El objetivo: mitigar el impacto ambiental y resguardar la calidad de los granos que pasan por las plantas. AGROVOZ

Las buenas prácticas son un concepto que se utiliza fundamentalmente para las labores que se realizan a campo, pero desde los acopios consideran que también deben ser llevadas adelante al momento de almacenar los granos.
Por ello, la Federación de Acopiadores firmó un convenio de cooperación con el Instituto de Tecnología Industrial (Inti) y el Instituto Argentino de Normalización y Comercialización (Iram), para implementar un manual de buenas prácticas en los casi mil acopios que funcionan en todo el país.

El acuerdo fue rubricado por el titular de los acopiadores, Fernando Rivara; el presidente del Inta, Javier Ibáñez; y el vicepresidente del Iram, Alberto Ruibal. 
Según información desde la Federación, el principal fin de esta iniciativa es poner en marcha una serie de procedimientos clave que permitan mitigar el impacto ambiental, y asegurar el cuidado de las personas y la calidad de los granos que pasan por las plantas, además de afianzar el nivel de la marca argentina en el mundo.
“Nuestros padres trabajaban con granos, nosotros con comida. Hay que levantar la vara”, dijo Rivara. “Trabajar con buenas prácticas lo que hace es eficientizar las tareas y mejorar el producto, y por ende a toda la empresa”, compartió Ibañez. “Tarde o temprano, el beneficio se ve reflejado. Adherir a las Buenas Prácticas debe considerarse una inversión”, acotó Ruibal.

Beneficios
“La falta de buenas prácticas también afecta a la ganancia de las empresas. A veces no se tiene idea de la cantidad de kilos que se pierden por un mal secado”, expresó, por ejemplo Rivara. 
Nicolás Apro, director del Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología de Industrialización de Cereales y Oleaginosas del Inti y uno de los autores del manual, remarcó que “cometer errores significa mayores costos. Y con las buenas prácticas se mejora el funcionamiento diario y se pierde menos”.
Para Apro, este manual sirve además “como imagen para nuestra producción, para que las 140 millones de toneladas de granos que se quieren producir sean de calidad Premium”.

Características
El Manual de Buenas Prácticas para el acopio involucra a todas las áreas de la empresa, desde la gerencia hasta los empleados. 
Los requisitos generales y la higiene de los establecimientos, la limpieza de los equipos y herramientas, la manipulación de desechos, productos químicos y otras sustancias peligrosas, el manejo de productos fitosanitarios y fertilizantes, la higiene del personal y los requisitos sanitarios, del almacenamiento, acondicionamiento y transporte, son algunos de los ítems más importantes que se repasan en el documento.
Una de las pioneras en incorporar las buenas prácticas agrícolas al sector del acopio es La Bragadense, una empresa familiar con más de 45 años de trayectoria. En marzo de 2006 la firma consiguió certificar por primera vez la Norma de Calidad IRAM NM 324, que posee alcance internacional y les permitió mejorar los procesos y calidad de su trabajo, logrando a la vez una mayor sustentabilidad con el medio ambiente.
“Tomar este camino nos ordenó la vida diaria y simplificó nuestras tareas. Hace trece años estábamos en pleno crecimiento y abriendo nuevas sucursales, pero a la vez estábamos acumulando una gran dimensión de problemas cotidianos que ya se tornaban inmanejables. Certificar Buenas Prácticas implica un proceso de mejora continua donde la capacitación sobre los recursos humanos es sumamente importante”, relató Agustín Otaegui, gerente de acopio de La Bragadense.
Hoy, y tras un incesante perfeccionamiento, la compañía cuenta con un sistema confiable que se repite en cada una de las nueve plantas que posee en distintas localidades del centro-norte de la provincia de Buenos Aires. “Todos los procesos se empezaron a hacer de forma rutinaria. Por ejemplo, nuestras herramientas de trabajo, ya sea un medidor de humedad, una balanza, o un calador, se deben controlar de manera periódica y estandarizada. Además, debe volcarse toda la información en un registro que está a la vista de todos”, ejemplificó el ejecutivo.