Frente a desmesurados ataques de una abogada ambientalista a la profesión de Ingeniero Agrónomo, a los que acusó de “genocidas”, y las Facultades de Ciencias Agrarias o Agropecuarias, la Facultad en que se imparte esa carrera en la Universidad Nacional de Córdoba emitió una declaración de defensa de la formación de sus alumnos y de sus graduados. Reprocha a los grupos detractores –como la profesional cuya posición se recusa- de creerse ser “los únicos dueños de la verdad”.

La FCA de la UNC repudia “enérgicamente” los dichos de la abogada Graciela Gómez, quién solicitó “que cierren todas las Universidades de Agrarias” pues –sostuvo- “el pueblo no puede seguir pagando estudios gratuitos a futuros genocidas”, agregando que “estamos hartos de solventar parásitos del CONICET y de Universidades casadas con los extrativistas”.

A través de una declaración de su Consejo Directivo, la Facultad se pronunció en defensa de “la formación que se imparte en la carrera de Ingeniería Agronómica de esta Casa de Estudio, desde hace casi medio siglo, dado que la misma tiene como uno de sus objetivos formar profesionales capaces de producir alimentos en cantidad y calidad, en equilibrio con el ambiente”.

En sus considerandos, el documento señala “que existen algunos grupos de personas que insisten en la necesidad de volver a la agricultura natural, sin agroquímicos, a la que denominan “agroecología” que los satisface económica y personalmente, intercambian sus propios productos y realizan una muy buena experiencia comunitaria, esto es bueno. De hecho hay empresas en Argentina y en el mundo que producen alimentos bajo la tecnología de producción orgánica, técnica que requiere elevado conocimiento para el manejo de las plagas y se vale de un puñado de fitosanitarios autorizados. Sin embargo, estos productos son de alto costo y ocupan pequeños nichos de mercado, especialmente en el exterior”.

Añade “que en los últimos tiempos han surgido con fuerza grupos de personas, que han arremetido fuertemente contra el uso de las semillas transgénicas y de los fitosanitarios en general, como una forma elíptica de referirse al modelo que se ha difundido en el país y que han dado en llamar “Agricultura Industrial”. Todo estuvo dentro del marco de la discusión de las ideas, hasta el momento en que, convencidos de ser “los únicos dueños de la verdad” apuntaron sus cañones a los Ingenieros Agrónomos y a las Universidades que imparten la carrera de Ingeniería Agronómica”.

Puntualiza la declaración “que sería un grave error si a cualquier colega se le ocurriera salir a expresar sin fundamento alguno, que tal o cual profesión se formó en la universidad de los genocidas. Lo condensado en la frase de esta abogada, es la gota que colmó el vaso de la paciencia de tantas personas de buena voluntad y con conocimientos apropiados que se dedican a producir alimentos en el mundo entero”.

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