31/10/2014

En Don Osvaldo, 15 años de construir ambientes

Agricultura sustentable. Rotación permanente trigo-soja de segunda/maíz en el sudeste. LA VOZ

El establecimiento Don Osvaldo, en la zona de Camilo Aldao, en el sudeste cordobés, abrió sus puertas para mostrar los resultados de 15 años de experimentación con una rotación permanente trigo-soja de segunda/maíz. Se pudieron observar a campo los efectos de esos ensayos versus un campo vecino de 20 años de monocultivo de soja.

La jornada fue organizada en forma conjunta el Inta, Aapresid, el Instituto Internacional de Nutrición Vegetal (Ipni) y la empresa Agroservicios Pampeanos. “Quince años de construir ambientes” fue el lema elegido para mostrar un manejo de los recursos con sostenibilidad, pensando hacia adelante y no en el corto plazo.

El ingeniero Hugo Ghío, titular del establecimiento, sostiene que no hay que arriar las banderas de la tecnología para cerrar números. “Cuando uno se pone a mirar el valor de los insumos y el valor de los productos, las relaciones dan. No da a lo mejor para pretender los mismos valores de antes. Podemos restringir muchas cosas, pero no la tecnología porque es lo más grave que podemos hacer”, enfatizó.

Los problemas que han aparecido como los de malezas resistentes o el ascenso de napas van haciendo comprender que el modelo de producción debe cambiar: “Por eso, la gente está más abierta, más atenta y proclive a ver que hay otro camino que encarar para la producción. Y siempre pensar en la sustentabilidad ambiental como una necesidad que tenemos los productores”, sostuvo Ghío.

El establecimiento viene de larga data agrícola y si bien se comenzó a fertilizar en los ´70 fue en la década de 1990 que se detectó deficiencia de azufre (“nitrógeno y fósforo no era suficiente”), lo que limitaba la producción y, según sus propias palabras, ahí fue el gran salto. Desde 1996, Don Osvaldo tiene una rotación maíz-trigo/soja, sin soja de primera, con problemas de pendiente y, por consiguiente, erosión y suelo degradado.

Manejo de la napa

Destacó Ghío el rol de una gramínea en la rotación: “El trigo es un cultivo inestable para nosotros pero, de cualquier manera, lo necesitamos si queremos consumir el agua de las napas altas ya que no podemos pretender proyectar nuestra agricultura hoy en un ambiente de 900 a mil milímetros consumiendo 500 y el cambio va a estar justamente en los cultivos de invierno. Si no, estamos generando un problema en el ambiente”, dijo.

Con la napa a menos de dos metros, como ha llegado en los últimos años, “lo que era una bendición ahora es un problema; nos está costando mantener los niveles productivos, y también tiene que ver con cambiar modelos”, insistió.

A su vez, el ingeniero Vicente Gudelj, técnico del Inta que participa del seguimiento de larga data del ensayo, se refirió a la reposición de nutrientes. “Reponer es devolver al suelo lo que en la cosecha se llevan los granos. Un maíz se lleva 12 kilos de nitrógeno por tonelada de grano, un trigo o una soja se llevan 20 y una soja se lleva seis kilos de fósforo por tonelada. En ese sentido se plantearon rendimientos objetivos y tratamos de cubrir los requerimientos para ello. Desde ya que hay que tener un buen seguimiento y análisis para no bandearse y pasarse para poder mantener ese equilibrio”, advirtió.

La experiencia comenzó en 1999-2000, en función de balances de nutrientes negativos. Se plantearon tratamientos de reposición a largo plazo comparándolos con las dosis del productor y las dosis sin alguno de los nutrientes y un testigo sin fertilizar para evaluar a largo plazo los rendimientos físicos y compararlos con la región.