29/12/2020

Opinión. La política de biocombustibles y la paradoja de "Hotel California"

La industria está en crisis . LA NACIÓN

La banda de rock folk Eagles en los años 70 popularizó una canción titulada "Hotel California", que relata la historia de un viajero que decide entrar a un inquietante y misterioso hotel de arquitectura española, buscando un santuario de relax y confort. Pero el viajero, antes de ingresar al mítico hotel, intuye que algo está verdaderamente mal allí. Y el cantante advierte en una estrofa con su áspera voz: "esto puede ser el paraíso, pero también el infierno".
Hay algunas similitudes entre la enigmática poesía de "Eagles", y la política de biocombustibles argentina, que invitaba a ingresar e invertir en una actividad que prometía las mieles de éxito aseguradas.
La Argentina cuenta con regulaciones para biocombustibles que en la letra son sumamente atractivas. Los cortes de biocombustibles son mandatorios, y el precio debe ser fijado por el Estado. Y ese precio tiene que "cubrir los costos operativos razonables, impuestos y amortizaciones y una rentabilidad razonable" (SIC). La letra del decreto dice que el Estado asegura vía precio, una rentabilidad a quienes inviertan en ese sector. Cuestión bastante curiosa, particular y por supuesto imposible de aplicar a todas las actividades económicas. ¡Pero esas eran las reglas del juego por las cuales los empresarios invirtieron!
Mucho se parece esta atractiva regulación a la estrofa de la canción de "Eagles" cuando con su cara bonita, la recepcionista iluminada con una vela invita a ingresar al ilusionado viajero diciendo: "Bienvenido al Hotel California, un muy bonito lugar" y le muestra todos los atractivos y lujos del Hotel.
El hecho de que "el estado", o, mejor dicho, los contribuyentes tengan que financiar de su bolsillo a una actividad, resulta simpático solo para quien ingresa al negocio y recibe el subsidio, pero indefectiblemente hay otros contribuyentes, que tengan rentabilidad o no en sus actividades, les alcance o no su salario, tienen que pagar esos subsidios de su bolsillo. Y ahí hay un serio dilema a tratar y poner en la balanza, o al menos contemplar hasta donde vale la pena semejante esfuerzo.
Pero enfoquémonos en la real contribución de la mejora en el impacto ambiental de los biocombustibles, la Argentina contribuye a las emisiones globales en cifras anuales menores a un digito, bien lejos de las emisiones anuales de UE, EEUU o China. Pero los cortes mandatorios de etanol en Argentina (12 %) prácticamente duplican a los países de la Unión Europea caso Francia, Alemania o bien el Reino Unido. Mismo, el corte en Argentina supera al corte mandatorio de EE. UU. que es del 10 %, país en el cual el uso de bioetanol es considerado una prioridad. Lo mismo sucede en el nivel de los cortes exigidos para el biodiésel. Superamos con creces el corte en la Argentina a países desarrollados que emiten mas de manera global y también si medimos emisiones per cápita.
Si la atmosfera es solo una, y compartida por toda la humanidad: ¿Por qué la Argentina debería hacer un esfuerzo mucho mayor por parte de sus contribuyentes que otros países desarrollados?
Hoy estamos viviendo una seria crisis del sector de biocombustibles en la Argentina en la cual hay miles de empleos en riesgo, y el posible colapso de una industria, con lo que esto significa a nivel social y económico. Una industria que se desarrolló con valores del etanol regulado por el estado argentino, que hasta duplicaban el precio en dólares al que recibían la industria de etanol en EE. UU. País donde el maíz nunca tuvo Derechos de Exportación (DEX), cosa que en Argentina salvo en un periodo de poco más de dos años siempre los hubo, lo cual abarataba mucho la materia prima. ¡Una invitación demasiado tentadora, como para no llenar todas las habitaciones disponibles y aún más!
Veamos el caso de la caña de azúcar: sabemos el nivel de protección histórico de este cultivo en la Argentina, y las asignaciones de cuota etanol que recibe a pesar de que la molécula es la misma que la del maíz, siendo este último a pesar de todo, más competitivo. Mas pasajeros que demandan estar en el mismo y atractivo hospedaje.
Diferencial impositivo
Para el caso del biodiésel el gran "negocio" era el diferencial impositivo entre exportación aceite y biodiesel que llegaron hasta 30 puntos, subsidiando así no solo la industria sino también paradójicamente al consumidor europeo o de EE.UU. a quien llegamos a exportar el biodiésel más barato que su insumo el aceite.
Este tipo de distorsiones genera crecimiento artificial de una industria apalancada en rentabilidades aseguradas por ley, lo cual no es sostenible en el tiempo, ya que se sobre invierte en un sector (todos quieren la "renta asegurada") y por otro lado el contribuyente de un país en crisis no puede pagar.
Cuando el sistema se sincera, y ni el país ni el contribuyente pueden afrontar lo que se prometió, surge que el viajero cansado y desilusionado quiere irse, pero como en la canción "Hotel California", quien está de guardián en la puerta del Hotel, explica al pasajero que se relaje, que ellos están programados solo para recibir, y que se puede hacer el "check out" cuando uno quiera, pero nunca se va a poder retirar del lugar.
El Estado legisla en ocasiones círculos cuadrados, de cumplimiento imposible. Laberintos regulatorios con vanas promesas que terminan abruptamente siendo letra muerta. Atrapando tanto a empresarios como trabajadores, que lo que creían era una propuesta acogedora, termina siendo una pesadilla de la cual no es fácil salir.
El autor es productor agropecuario
Por: Santiago del Solar