18/12/2014

La cadena agroalimentaria podría generar medio millón más de puestos de trabajo

Sería entre 2015 y 2019, pero con el aporte de políticas correctas. La actividad incorpora tecnología y servicios . NAP

RIO CUARTO, Córdoba (NAP) La cadena agroalimentaria argentina podría generar alrededor de 500 mil nuevos puestos de trabajo entre 2015 y 2019, a partir de la implementación de políticas correctas, que se sumarían a los 2,7 millones de puestos de trabajos que ofrece la actividad, cifra que representa el 17 por ciento del total de la mano de obra ocupada, de acuerdo a los resultados consolidados a 2013 por la fundación FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina).

Ese año, las cadenas agroalimentarias, crearon 2.745.801 millones de puestos de trabajo en Argentina, en otras palabras 1 de cada 6 argentinos que trabajan lo hacen en algún punto de las cadenas agroalimentarias, o más de 1 de cada 5 si sólo se considera el empleo privado.

“De estos puestos, el 30,8% lo genera la cadena de granos, el 31,7% la cárnica y láctea, el 33,8% las producciones regionales y el 1,7% la maquinaria agrícola”, consigno el trabajo desarrollado por la entidad cordobesa.

El sector agropecuario se ha transformado en una larga cadena agroindustrial prestadora de servicios muy diversos, donde la materia prima producida a partir de los recursos naturales sufre un proceso de transformación tecnológico e industrial con gran incorporación de innovaciones y con servicios conexos, desde los más visibles como logística, transporte y comercialización, hasta todo tipo de servicios, tangibles e intangibles, asociados a esta actividad.

La estimación incluye empleo tanto directo como indirecto, entendiéndose por empleo indirecto la creación de puestos de trabajo en sectores proveedores y en sectores clientes del sector agropecuario, es decir, mirando la cadena de valor hacia atrás y hacia delante, respectivamente.

En este trabajo de FADA, no se consideran todas las cadenas agroindustriales, que sumarían al análisis actividades como la producción de cueros y marroquinería, la industria papelera, o parte de la textil, entre otras.

Las diez cadenas agroalimentarias que sí se consideran son: maíz, trigo, soja, girasol, otras oleaginosas y cereales, cárnicas (bovina, porcina y aviar), láctea, vitivinícola, frutas, verduras y otras economías regionales (incluye yerba mate, te, apícola, aceite de oliva, cacao y chocolate, caña de azúcar), y maquinaria agrícola. También se considera la creación de empleo por parte de la industrial del bioetanol de maíz, dado que esta actividad se nutre de la siembra de maíz, que de otro modo no hubiera existido2, y lo mismo se realiza con el biodiesel, en la cadena de la soja.

Todas estas cadenas exhiben una pérdida de 300.000 puestos de trabajo a lo largo de todo el país entre 2010 y 2013, comparando estos resultados con los de una estimación previa de FADA del año 2011, sin tener en cuenta la caída de nuevos empleos en 2014 como consecuencia de la recesión y la caída de precios de los bienes agrícolas.

“Esta pérdida contrasta con el potencial que tienen las cadenas agroalimentarias para generar empleo genuino en el corto plazo. Entre 2016 y 2019, el agro argentino podría crear 497.816 nuevos puestos de trabajo”, añadió el informe.

En esa misma dirección, los granos aportarían 165.000 puestos, con una fuerte incidencia del trigo y el maíz, las carnes y lácteos 152.000 puestos, las producciones regionales 170.000 puestos, y la maquinaria agrícola 9.400 nuevos puestos.

Pero para que se produzca ese fenómeno “son necesarias políticas que promuevan la inversión, la producción y la creación de empleo. Entre ellas, políticas macro como seguridad jurídica, estabilidad de precios, menor cantidad de impuestos distorsivos, una mejor distribución federal de recursos fiscales, infraestructura de transporte vial, ferroviario, fluvial y portuario y una mayor inserción internacional con orientación Asia-Pacífico.

Asimismo se deberían implementar políticas agroindustriales como la eliminación inmediata de los derechos de exportación, (excepto el complejo soja que sería gradual), la eliminación de las intervenciones y trabas a la comercialización (mercados de trigo, maíz, carnes y lácteos), promoción de inversiones, reintegros automáticos de retenciones de IVA y aumento del corte con biocombustibles en naftas y gasoil, entre otras.

Además de la creación de empleo que se plantea, la eliminación de las trabas a la exportación y los derechos de exportación permitirán volver a un esquema de siembra anual sustentable con alta rotación de cultivos a favor del trigo y del maíz.

Si se supone un crecimiento anual máximo del PIB del 6% para el periodo 2016-2019, dada las políticas macroeconómicas que se deberán implementar para corregir los profundos desequilibrios acumulados después de años de intervenciones distorsivas, la economía podría crear 1 millón de puestos de trabajo, de los cuales las cadenas agroalimentarias aportarían casi 500.000 puestos de trabajo.

Este guarismo equivale a un promedio de 125.000 puestos anuales en todo el país, principalmente en el interior y de este modo, se podría llegar a un total de puestos de trabajo agroalimentarios a 3,2 millones, y el total de empleo nacional a 17 millones de trabajadores.

“Así, se generará empleo genuino y digno, a nivel local, y de esta manera, una fuente de ingresos personal importante para la equidad y el desarrollo humano”, determinó el trabajo de la Fundación Fada (Noticias AgroPecuarias)