La cadena deliberó en Córdoba y advirtió que, si no hay señales claras, retrocederá otra vez el área cultivada. LA VOZ
El trigo ya volvió a perder otra campaña. Es la novena desde que el Gobierno nacional, en 2006, decidió comenzar a intervenir en el mercado interno del cereal, con el objetivo –hasta ahora no logrado– de contener el precio del pan.
A casi un mes de finalizada la cosecha 2014/2015, la producción triguera ya tiene cifras oficiales: 13, 9 millones de toneladas, 51 por ciento más que en el ciclo pasado, cuando se cosecharon 9,2 millones, según datos del Ministerio de Agricultura de la Nación. Se trata de un volumen suficiente como para garantizar el consumo interno (estimado por el propio Gobierno en seis millones de toneladas) y para que la exportación tuviera por delante operaciones por más de siete millones de toneladas.
Sin embargo, el cepo comercial sólo ha permitido hasta el momento el embarque de 3,5 millones de toneladas de la presente campaña; con lo cual el precio que recibe el productor por el cereal sigue estando muy por debajo de lo que podría pagar la exportación (capacidad teórica).
Según datos oficiales consignados por la Bolsa de Comercio de Rosario, los embarques de trigo en los primeros dos meses del ciclo comercial alcanzan a 862.000 toneladas, mientras que los exportadores acumulan compras por 4,65 millones de toneladas, aunque todavía no recibieron buena parte de ese volumen.
En este contexto de precios planchados en el corto plazo, el productor ha decidido retener la cosecha y esperar a que el Gobierno decida abrir el cupo hasta llegar a cumplir con el total de la oferta exportadora (siete millones de toneladas).
El riesgo 2015/2016
Mientras espera alguna señal comercial, la cadena triguera se anticipó a la próxima campaña y volvió a solicitar cambios en la política oficial hacia el cereal. Lo hizo el fin de semana pasado, en el marco de la 59ª Fiesta Nacional del Trigo, donde los distintos eslabones que la conforman acordaron un documento con políticas necesarias para el cultivo. Hay consenso en la cadena de que si no hay alguna señal que modifique el actual esquema comercial, la producción volverá a caer en ciclo venidero.
“Córdoba tiene vocación de hacer un millón de hectáreas con trigo todos los años. Cuando hay señales claras, el trigo ingresa en la rotación agrícola, con todos los beneficios que eso produce en la sustentabilidad de la producción. Pero esas señales, que generan cambios de expectativas, se deben lograr en los próximos meses, antes de que comience la siembra”, aclaró Juan Cruz Molina, secretario de Agricultura de la Provincia, uno de los participantes de la reunión de la mesa nacional, junto con el ministro Julián López.
Si bien las provincias de Buenos Aires y Santa Fe estaban invitadas a participar de la deliberación, sus representantes no se hicieron presentes en Leones. La realización del encuentro coincidió con el cierre de las listas en Santa Fe, para la participación en las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (Paso), mientras que por el lado de Buenos Aires habría una decisión política de no avalar declaraciones públicas contra la gestión de la Nación.
No obstante, las tres provincias a través de sus ministros del área (de Agricultura de Córdoba, Julián López; de Asuntos Agrarios de Buenos Aires, Alejandro Rodríguez; y de Producción de Santa Fe, Carlos Fascendini) han acordado los trazos gruesos en materia de política para granos, carnes y leche.
Previsibilidad comercial
La eliminación de los ROE y de las retenciones a los embarques de trigo figuran al tope de los reclamos realizados por la mesa, de la que participaron, además del Gobierno de Córdoba, entidades como Crea, la Asociación Argentina de Productores de Trigo (Aaprotrigo), la Bolsa de Cereales de Rosario, los acopios y las entidades agropecuarias. Además de la simplificación del esquema tributario y de la apertura comercial, el documento resalta la necesidad de desarrollar los mercados de futuros, la sustentabilidad social y ambiental, la mejora de la infraestructura.
Los efectos negativos de la política regulatoria sobre el trigo tuvieron su máxima expresión a mediados de 2013, cuando el grano llegó a valer en el mercado interno 3.600 pesos la tonelada.
El problema en la oferta lo generó la menor superficie sembrada en el ciclo 2012/2013, con 3,1 millones de hectáreas, con una producción de nueve millones de toneladas, 5,5 millones menos que en la cosecha anterior. La situación provocó un fuerte aumento en el valor de la harina y su consecuente traslado al precio de los derivados.
En los primeros cuatro meses de 2013, la molienda de trigo en el país cayó 10 por ciento y el nivel de las exportaciones de harina se redujo 34 por ciento. Preocupado por lo ajustado de las existencias de trigo, el Gobierno nacional cerró en los últimos meses los envíos de harina al exterior. Ante el temor de que los molinos no tuvieran grano disponible para moler, desde algunos sectores se solicitó la importación, operatoria que finalmente no se concretó.
Más allá del precio
La decisión de la cadena de hacer pública la necesidad de revertir la actual política hacia el cultivo radica también en el impacto que está teniendo la ausencia del cereal dentro de la rotación.
Mientras que hasta hace unos años la foto sólo tenía como foco principal el margen bruto, dentro de una secuencia con soja de segunda, los productores y técnicos comienzan a percibir un impacto agronómico debido a su ausencia.
Su falta de presencia en los lotes ha generado una caída en la intensificación de la rotación, según alertó durante el encuentro de Leones Emilio Satorre, docente de la Facultad de Agronomía de la UBA y asesor Crea.
A partir de la experiencia, la cadena triguera está poniendo en evidencia que al cereal se lo necesita como parte indispensable del sistema de producción. Su falta de protagonismo dentro de la rotación agravó los problemas de suelos. “El productor es consciente de esta situación, pero necesita una señal fuerte de cambio en la política comercial para que el cereal vuelva a tener protagonismo”, admite Molina.
Sustentable
Además de contribuir a la conservación ambiental y agronómica, el trigo también aporta sustentabilidad social. Los contratistas rurales saben que con reglas claras para el trigo pueden trabajar en su siembra desde abril, en el norte, hasta agosto en el sudeste bonaerense. Es que con su ausencia, el cereal también extendió los plazos de amortización de la maquinaria agrícola.
Para los integrantes de la mesa triguera, Argentina tiene en el mediano plazo el potencial para crecer un 50 por ciento la inversión y la producción de forma sustentable; además de promover el desarrollo del productor en lo económico, social, ambiental y cultural.
“Para ello se necesita un cambio de rumbo a través del diálogo y el consenso que establezca un marco de políticas de estado modernas y eficientes que promuevan la competencia y la transparencia”, sostienen en la cadena.
De cara a la próxima campaña, la pista que aporta el clima parece la correcta, con pronósticos que avizoran condiciones óptimas de humedad para la siembra. Sin embargo, sin una política comercial fiable, el trigo volverá a dejar pasar otra buena oportunidad.