01/06/2020

El biodiésel, otro producto afectado por el proteccionismo

Es tiempo de que Argentina se plantee, de forma seria, qué modelo de exportaciones agroindustriales le conviene. AGROVOZ

Pablo Adreani

Los efectos de la crisis del coronavirus comienzan a sentirse en la ratificación del proteccionismo y en las barreras a los productos argentinos, como es el caso del biodiésel al que se le vuelve a impedir el ingreso al mercado estadounidense.
En los últimos días se conoció un comunicado de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio), en el cual la entidad rechazó la ratificación de la barrera implementada por Estados Unidos para evitar el ingreso del combustible renovable.
Como antecedentes, en agosto de 2017 el Departamento de Comercio de Estados Unidos aplicó derechos compensatorios contra el biodiésel nacional en un rango de 50,2 a 64,1 por ciento, para luego sumarle a partir de febrero de 2018 derechos antidumping en un rango de 60,4 a 86,4 por ciento.
Para que no quedaran dudas, el gobierno estadounidense aplicó medidas contra el producto en una magnitud tal que resulta imposible que pueda ingresar a ese mercado.
Desventaja
Es válido recordar también que el Gobierno nacional tuvo que ceder a las presiones de Estados Unidos y unificar el nivel de las retenciones a la exportación de aceite, de harina y de porotos de soja durante el segundo semestre de 2018.
En su momento, las autoridades estadounidenses iniciaron un proceso de revisión, que derivó en julio de 2019 en una simbólica reducción de los aranceles aplicados; no obstante, los mismos permanecen en niveles tan elevados que hacen inviable la exportación de biocombustibles e Estados Unidos.
Es decir, Argentina tuvo que cambiar su política de aranceles diferenciales a las exportaciones del complejo oleaginoso, principalmente la soja, harinas y aceites, en una magnitud de tres por ciento para luego tener que aceptar derechos compensatorios en niveles de 60 al 86 por ciento.
Esto no es fair play y la Argentina debería rever su política de aranceles diferenciales que, en las condiciones actuales, perjudica la competitividad del sector más eficiente de la agroindustria argentina. Además de terminar perjudicando no sólo al país sino también a todos sus productores.
Es tiempo de que Argentina se plantee, de forma seria, qué modelo de exportaciones agroindustriales nos conviene. Ceder a presiones internacionales, cuando los países desarrollados aplican fuertes barreras al ingreso de productos argentinos, no es la mejor política.
Nos falta saber defender lo nuestro y saber proteger a nuestras empresas que invierten, sean multinacionales, cooperativas o pymes nacionales, que además son parte de la generación del principal ingreso genuino de divisas al país.