18/08/2022

San Martín y el campo: su sueño trunco de retirarse como chacarero en Mendoza

La provincia de Mendoza, no sólo fue el lugar desde donde José de San Martín preparó su estrategia continental para libertar medio continente. AGROVERDAD

También había sido el lugar elegido para cumplir su sueño de convertirse en chacarero una vez terminada su campaña militar.

En 1814 había sido designado por el director del segundo Triunvirato Gervasio Posadas para hacerse cargo de la gobernación de Cuyo (Mendoza, San Juan, San Luis), y allí concebiría su sueño trunco de tener una vida rural.

El sueño de ser chacarero

Por aquellos años, fue en su “Ínsula Cuyana”, donde José Francisco pudo disfrutar de una vida familiar completa, pese a sus múltiples ocupaciones, y serán los únicos años continuados en que podrá compartir el calor de hogar junto a su esposa Remedios.

Ya desligado de sus ocupaciones como gobernador intendente y de lleno en la campaña hacia Chile (1816), le escribe a su sucesor Toribio de Luzuriaga, el siguiente mensaje en el que expone su sueño de convertirse en chacarero.

“Señor gobernador intendente de esta provincia… Es muy natural al hombre prever la suerte que se propone pasar en la cansada época de su vejez. El estado de labrador es el que creo más análogo a mi genio, y como un recurso y asilo a las inquietudes y trabajos de una vida toda ocupada al servicio de las armas”, empezaba la carta.

“Mi fortuna menguada no me ha proporcionado jamás un fondo rural, con que contar para este estado, a que aspiro, pero ni aún el fijarme a un territorio o provincia en que goce de tranquilidad. La de Cuyo es la que ha podido decidirme por el buen carácter de sus habitantes, para elegir un rincón de ella, en que dedicarme a romper el campo, cultivarlo y formar mis delicias”, escribió el Libertador sobre su anhelo.

En otro párrafo, señala que “por haber propendido yo mismo a que se fomenten, se pueblen y cultiven los que hay en inmenso espacio a la parte del norte del Retamo les profeso una decidida inclinación”.

En su carta, San Martín solicita que se le conceda “el corto número de cincuenta cuadras que llena mi aspiración y deseos, más no puedo contar con ellas si V.S. no me hace acreedor a que se me señalen por título de merced y gracia. El sumo valor a que se ha podido fijar el precio de cuadra es cuatro pesos y esto mitad al contado y mitad a plazo para poderse hallar compradores, y que desde luego gocen los dueños de un terreno que cultivar y el terreno de propietario que lo trabaje. Es decir que las cincuenta cuadras que pido por merced sólo valen doscientos pesos. No los tengo, y en caso de tenerlos las compraría”.

“La voluntaria cesión de la mitad de mis sueldos me ha reducido a pasar una vida frugal, y sin el menor ahorro para embolsar, ajustándome a una economía tan estrecha como la porción del sueldo con que contaba”, expone San Martín sobre su situación económica.

“Si V.S. cree que se me debe hacer merced del terreno mencionado podrá librar en mi favor el título de propiedad…”, concluye la misiva.

Esta petición será atendida por el Gobierno de Mendoza y además en virtud a los títulos de ilustre vecino y en agradecimiento a la decisión del Gran Capitán de pasar sus días en esa tierra, el Gobierno le “…añade la de doscientas cuadras más para su señora hija doña Tomasa Mercedes, con que él y la provincia por medio del muy ilustre Cabildo de esta capital agradecida a la distinción que V.S. le dispensa, escogiéndola para ser uno de sus vecinos, quieren demostrar su gratitud y reconocimiento; y acordar igualmente que en memoria de V.S. como autor del establecimiento de la villa de los barriales que ya va a plantificarse, según lo que V.S. tenía acordado, se erija una columna en el centro de la plaza de ella con el mote siguiente: Multa mervit fecerat ille magis(Mereció mucho, él  había hecho mucho más), y por su reverso el nombre de V.S. …”. El lugar elegido por el Libertador, se convertiría varios años después en un importante departamento del  este mendocino: Gral. San Martín.

Durante los pocos meses que transcurrieron entre la posesión de la Chacra y su partida hacia Chile, San Martín visitó muchas veces su “refugio”, para encomendarle a sus administradores, José Herrera y luego Pedro Advíncula Moyano, que en la misma se cultiven fundamentalmente pastizales, olivos, trincheras de álamos y viñedos.

Sueño trunco

El inicio de la campaña libertadora y los posteriores acontecimientos, en especial los de orden político, la frágil salud de su esposa y su posterior deceso, impedirán al gran americano cumplir su sueño de retirarse de la vida pública para vivir en un rincón de la tierra cuyana con su familia.

Por el contrario, salvo algunos momentos de paso por Mendoza a Buenos Aires y viceversa. A partir de 1820, año en que iniciará la campaña libertadora del Perú, no volverá a ver a su esposa gravemente enferma.

Sofocado por la presión y las continuas críticas que le impedían disfrutar de su sueño chacarero en Mendoza, y ante la muerte de Remedios luego de una larga enfermedad; finalmente se reencontrará con su hija en Buenos Aires en diciembre de 1823 camino al ostracismo, embarcándose ambos para Europa el 10/02/1824 a bordo del navío Le Bayonnais.

Tenía 45 años y ya era el generalísimo del Perú, capitán general de la República de Chile y general de las Provincias Unidas del Rio de la Plata.

Tras un breve período en Escocia, se instaló luego en Bruselas y poco después en París.

En marzo de 1829 intentó regresar nuevamente a Buenos Aires, al saber que había vuelto a estallar la guerra civil. En medio de esa situación, consideró que su desembarco no sería posible y se trasladó a Montevideo, donde permaneció tres meses, para al final volver a Europa y nunca más regresar a lo que varios años después se convertiría en la siempre agitada Argentina.

La muerte del Prócer

En marzo de 1848, al estallar la Revolución en Paris se trasladó a una habitación alquilada en la ciudad costera de Boulogne-sur-Mer.

Aquejado de viejos problemas gástricos desde el tiempo del cruce de los Andes, cataratas y reuma, aquel gran hombre que había liberado medio continente americano, falleció en el norte de Francia a los 72 años rodeado de sus seres queridos y de un par de amigos, lejos de la Patria.

El 17 de agosto de 1850 a las 15:00 horas murió  Don José Francisco de San Martín y Matorras, por estos lares, recordado por siempre como el General San Martín.

La tradición cuenta que aquel 17 de agosto tanto su reloj de bolsillo como el que estaba en la sala, se pararon a esa misma hora.

En su testamento, dejó expresamente establecido la “prohibición de realizar funerales y de acompañamientos hasta el cementerio, pero sí desearía que mi corazón fuese sepultado en Buenos Aires”.