01/07/2015

Cuando el campo heredado queda chico para una actividad productiva

 Cuando el campo heredado queda chico para una actividad productiva
Por: Guillermo Randi Salas


A medida que las generaciones pasan se divide el tamaño de la explotación por la reducción del establecimiento agropecuario. Así, la superficie total es menor que la unidad económica productiva básica para ser sostenible en el tiempo y proveer de los ingresos suficientes a la familia completa. Esto provoca la necesidad de generar ingresos en actividades extraprediales o salirse del rubro agropecuario, arrendando o vendiendo para relocalizarse en urbes que provean de trabajo e ingresos que permitan satisfacer la pirámide de Maslow.

Haciendo el ejemplo de tres generaciones, donde el abuelo tenía 1.000 hectáreas de campo, dos hijos que heredan 500 hectáreas cada uno, quienes a su vez tienen dos descendientes que obtienen 250 hectáreas para vivir de ellas junto con sus familias, es posible ver cómo en cada sucesión se duplica la cantidad de demandantes de los recursos, obteniendo sólo la mitad de los bienes con los cuales comenzar su propia empresa.

Ahora, si el ejemplo es con un abuelo que inicia con tan sólo 200 hectáreas, la tercera generación inmediatamente tiene inviable llevar a cabo agricultura de características extensivas.

Aquí es donde el conocimiento y la intensificación de la actividad pueden lograr la sostenibilidad y la sustentabilidad. Lo más importante en el largo plazo es la capacitación formal en modelos técnicos productivos que aumenten la variedad de las opciones, produciendo alimentos o productos primarios para nichos determinados, donde la negociación de los precios es flexible en contraposición al modelo extensivo de generación de commodities, que tanto incentivo tuvo en la última década.

Por ejemplo, el esfuerzo intelectual requerido para llevar a cabo un establecimiento productivo con certificación orgánica es considerablemente mayor que aquellos que adoptan metodologías de tipo paquete tecnológico. Aún más profunda es la aplicación de conocimientos para lograr establecimientos en biodinámica y permacultura, donde no sólo se requiere de capacitación en términos profesionales fuertemente ligados a los procesos de la biología analizando el sistema completo que acompaña a la producción objetivo, y todas las sinergias requeridas de corredores biológicos y reguladores naturales, sino que también obliga a un cambio en el paradigma y filosofía de vida del agricultor y su familia. Día tras día, este conocimiento se incrementa, se acelera, y se revaloriza el "saber intelectual" dejado de lado en favor del paquete tecnológico sucedido en los últimos 40 años, y reconociendo la importancia que tiene fortalecer la recuperación de especies nativas y la variabilidad genética.

La intensificación productiva, como puede ser la actividad hortícola, también se presenta viable aumentando la cantidad de producto alimenticio generado por hectárea debido a que acompaña la tendencia al crecimiento demográfico poblacional del mundo y, por ende, asegurando la demanda con precios claramente en carry si se lo mira en el largo plazo. A pesar de ver sus costos elevados al requerir conocimiento técnico mayor a las producciones extensivas de paquetes tecnológicos, los resultados son claramente viables cuando es acompañado por los conceptos básicos del marketing en torno de la comercialización, logística, cosecha, poscosecha, conservación y agregado de valor en origen.

Esta actividad puede o no ser certificada orgánica, donde requiere de inversiones de capital en el predio, así como de mano de obra capacitada, demostrando el valor intrínseco social que representa la producción de alimentos generando fuentes de trabajo, al valorar el conocimiento y el recurso humano por sobre el instrumento mecanizado para la producción masiva.

(*) Lic. en Economía y Administración Agraria. Consultor en Agronegocios & Management.