27/06/2012

Cien chocleadas solidarias y van por más

La iniciativa nacida en Alejandro Roca, protagonizada por estudiantes, se extendió a 42 localidades | LA VOZ DEL INTERIOR

Alejandro Roca.
“Lo único que se puede hacer de arriba para abajo es un pozo. La Patria, la ciudadanía, se construyen, así, de abajo hacia arriba”, les dice Sebastián Deym a más de un centenar de jóvenes del Instituto Privado, de Alejandro Roca, que ayer recolectaron a mano el maíz de una hectárea completa, la número 100 en seis años de desarrollo de este singular proyecto solidario.

“La Chocleada” consiste en la donación de una hectárea de maíz por parte de algún productor agropecuario, que es cosechada por los alumnos del colegio secundario más cercano a ese campo y luego distribuida a través de la red de Bancos de Alimentos adonde más lo necesitan.

Es una iniciativa de Sebastián Deym, productor de esta zona del sur cordobés que, en plena crisis de 2001, se vio conmovido por el desgarrador testimonio de Mónica Carranza, encargada del comedor solidario Los Carasucias, en Buenos Aires. “Una cosa es hablar del hambre y otra cosa es sentir el hambre”, decía la mujer.

A Sebastián y a su hermano Máximo, quien preside un banco de alimentos en Río Cuarto, no se les borró jamás.

La idea recién pudo plasmarse en 2006, no sin dificultades. La primera cosecha no fue buena, apenas se acercaron 40 voluntarios y ese día cayeron 150 milímetros, por lo que los chicos se mojaban y el camión se encajaba, pero de todos modos siguieron adelante. Con éxito, lo repitieron al año siguiente.

Con el tiempo, la movida solidaria fue imitada por 41 localidades de Argentina y Uruguay y se llegó a constituir la Asociación Civil “Movilizarse”, la que lleva cosechadas y repartidas 1.500 toneladas de maíz.

Son 4,5 millones de platos de comida, generados por 18 mil voluntarios.

“La idea es llegar a cinco millones de platos. Pero el objetivo no es sólo generar alimento, sino generar ‘valor agregado social’. Por eso no metemos la cosechadora al lote. Nos metemos con los chicos a cosechar a mano 70 o 80 mil choclos por hectárea, para sentir en nuestro cuerpo lo que es movernos por el otro, entender que podemos ayudar al compatriota, dar una mano”, cuenta Deym.

Sembrar valores. Se suelen hacer dos chocleadas por año, una entre marzo y abril, en la que se cosecha el choclo fresco, que se lleva al banco de alimentos más cercano para su inmediata distribución. Otros choclos se dejan pasar para cosechar el maíz duro: se lo procesa y entrega en un acopio (este año llegarían a las 200 toneladas) y con los fondos obtenidos se compra lo que los bancos de alimentos necesitan, generalmente leche en polvo.

A su vez, empresas y particulares de cada comunidad realizan “compras simbólicas” de lo cosechado. Su aporte es direccionado por los estudiantes hacia instituciones sociales de su comunidad. Los alumnos que trabajaron ayer en la estancia El Silencio eligieron calefaccionar al instituto Julián Carballo, de Alejandro Roca, dedicado a niños con capacidades diferentes. También participaron alumnos de la escuela especial Canda, que años anteriores fueron beneficiarios del plan.

En seis años, se reunieron más de 1.500.000 pesos para 90 organizaciones sociales.

Cuando la jornada de trabajo culminaba, Deym les habló a los voluntarios: “Ustedes, dando tres horas, el equivalente a dos partidos de fútbol, generaron hoy 45 mil platos de comida. Imagínense como un estadio de fútbol lleno, con gente sonriendo y comiendo”.


Puntos de vista

Ignacio Chaij, 19 años, voluntario de Alejandro Roca:
“Yo ya terminé el colegio, pero vengo todos los años. Hay muchos voluntarios. Es una vivencia inolvidable, una forma de ayudar a la gente que necesita, y te hace sentir muy bien”.

Joel Albornoz, 16 años, estudiante de Alejandro Roca: “Empezamos ‘tranqui’ porque hacía frío y al final le dimos con todo. Es la tercera chocleada en la que participo, lo hago por los chicos que no tienen comida ni calefacción”.

Pedro García, 16 años, estudiante de Alejandro Roca: “Me divertí juntando maíz con amigos. Además, mi mamá trabaja en la escuela especial que van a calefaccionar gracias a esta ayuda. Cuando hace frío, les hace mucha falta”.