03/04/2019

Agricultura: Gran año para el girasol en La Pampa

Gracias a las lluvias caídas durante enero y la baja presión de insectos, Aldo Riesco alcanzó rindes de 28 quintales en confitero y hasta 30 quintales por hectárea en convencional. CLARÍN

La enorme producción de trigo, soja y maíz de la campaña actual se está llevando todos los flashes, pero no es eso lo único que pasa en el campo. En la provincia de La Pampa, el girasol también sacó provecho de las generosas lluvias caídas durante el mes de enero y está arrojando rindes para el recuerdo. Así lo afirma el ingeniero agrónomo Aldo Riesco, quien asesora unas 5.200 hectáreas de ese cultivo en diversas localidades de la provincia -Caleufú, Eduardo Castex, Winifreda, Anguil, Quemú, Catriló y Miguel Riglos-, repartidas a partes iguales entre girasol confitero y girasol convencional.
El girasol confitero se hace principalmente con antecesores que no sean maíz, para evitar el maíz guacho. Generalmente con soja. La densidad, para tener un buen tamaño de grano, es de entre 38.000 y 40.000 plantas por hectárea, y se fertiliza con 40-50 kilos de fosfato diamónico”, explica el ingeniero. De confitero, Riesco obtuvo en promedio entre 20 y 24 quintales por hectárea, y en Caleufú tuvo lotes que rindieron hasta 2.800 kilos.
Para el girasol convencional, sí prefiere tener como antecesor al maíz, para aprovechar la mayor disponibilidad de nutrientes que deja ese cultivo en el suelo. “Pero hay un poco de todo. La densidad es de 50.000 plantas, y también se usa como arrancador unos 60 kilos de fosfato”, detalla.
Los rindes del girasol convencional (negro) anduvieron entre 22 y 30 quintales por hectárea.
El productor explica que los planteos no difirieron demasiado de los de otros años, pero que los rindes crecieron gracias a las lluvias de enero y a la baja presión de insectos. Según sus registros, las precipitaciones de la campaña no variaron demasiado respecto de otras, pero cayeron en un momento más oportuno. En enero, en promedio, se registraron 160 milímetros de agua.
Respecto a los insectos, dice: “Tuvimos muchísimos lotes que ni aplicamos. Este año, a comparación de otros, no fue tan agresiva la presión. No tuvimos isoca, no tuvimos chinche diminuta, apenas algunas gatas peludas en las cabeceras de los lotes”, comenta Riesco. Y agrega que de lo que no se salvó, por el clima húmedo, es de las enfermedades, aunque no llegaron a ser tan graves: esclerotinia, cancrosis... Con todo, en palabras del pampeano, “un año espectacular”.
A nivel nacional, la superficie sembrada con el cultivo fue de 1,9 millones de hectáreas, pero sufrió un importante recorte del área cosechable por las inundaciones en el norte de Santa Fe, Santiago del Estero y Chaco. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, ya se recolectó el 80 por ciento y el rinde promedio nacional es de 21,2 quintales.