La sed de activos dolarizados hizo que la reciente emisión de un bono nacional, pagadero en pesos pero ajustable por el tipo de cambio oficial, tuviera una demanda sostenida en el mercado. Ahora se anuncia una nueva colocación, por lo que se estaría totalizando el equivalente a 2.000 millones de dólares en estos títulos (BONAD), con vencimiento en 2016 y 2018. El gobierno apunta a lograr varios objetivos a la vez con esta política de financiamiento, ya que desalienta la ampliación de la brecha cambiaria, reduce las presiones inflacionarias por la menor demanda de pesos al Banco Central, otorga un seguro de cambio a los importadores que no han podido cancelar sus obligaciones con el exterior y le quita presión a la necesidad de llegar a un acuerdo con los holdouts apenas arranque el 2015. Sin embargo, este mecanismo, que podría multiplicarse en los próximos meses, desatiende los problemas del sector real de la economía y puede complicar las soluciones de mañana: se está aumentando la deuda pública con vencimientos de muy corto plazo y, al ser los bonos indexados al tipo de cambio oficial, estos compromisos pueden llegar a ser muy caros si el próximo gobierno decide unificar el mercado de cambios.