10/12/2013

Revista Novedades Económicas

Año 35 - Edición Nº 757 – 9 de Diciembre de 2013

Jorge Vasconcelos

jvasconcelos@ieral.org

La inflación que carcome los ya de por si magros salarios de la Policía, la ruptura de la disciplina por parte de esta fuerza, la enorme cantidad de grupos marginales que salen a aprovechar la situación, la zona gris en la delimitación de responsabilidades entre la Provincia y la Nación, todos síntomas emitidos desde Córdoba, pero que se conectan con otra noticia del mismo día: la Argentina descendió un nuevo escalón, hasta el puesto 59 entre 65 países, en la evaluación internacional que se realiza sobre el nivel educativo de chicos de 15 años. Como telón de fondo, la precariedad laboral y el subempleo, o planes sociales que no empalmaron con el mercado de trabajo, o tragedias como las inundaciones de La Plata o la del Ferrocarril Sarmiento. Años atrás podría haberse argumentado que al estado le faltaban recursos para que las instituciones funcionen adecuadamente, o que las políticas de distribución del ingreso no tenían suficiente prioridad. Ahora lucen como excusas. Mas bien, el recurrente péndulo argentino ha llevado a una situación en la que el empleo privado de calidad no puede seguir creciendo, por las condiciones macroeconómicas y la elevadísima presión tributaria, al mismo tiempo que la gestión de la gran masa de recursos que maneja el estado expresa problemas de todo tipo: desde la definición de prioridades hasta las disputas entre jurisdicciones, con un sector público nacional que se ha llevado la parte del león, sin que existan mecanismos que aseguren la mejora continua en la calidad de los resultados obtenidos.

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