Desde el jueves pasado, la región núcleo viene atravesando un evento climático de gran intensidad que puso en jaque el avance de la cosecha de soja. Con precipitaciones que superaron los 150 milímetros en amplias zonas y acumulados extremos en localidades como Chacabuco (372 mm), Rojas (253 mm) y Junín (224 mm), la situación se volvió crítica para los productores.
De la zona núcleo, el noreste de la provincia de Buenos Aires fue el sector más golpeado, con lluvias que oscilaron entre 120 y 380 milímetros. Otras localidades afectadas incluyen Baradero (228 mm), General Pinto (190 mm), Lincoln (172 mm) y Rosario (130,8 mm), según datos relevados por la Bolsa de Comercio de Rosario.
Cristian Russo, jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario, advirtió: “La duración del agua es crítica para ver el daño en los cultivos que no se cosecharon”. En el norte bonaerense aún faltaban por levantar unas 250.000 hectáreas de soja. La cosecha ya venía retrasada por excesos hídricos previos y, al 14 de mayo, los modelos de reservas de agua marcaban suelos saturados.
Además de la acumulación de agua, se registraron ráfagas de viento que provocaron daños puntuales, como en Hipólito Yrigoyen. “Fue un fenómeno muy fuerte”, sostuvo Russo.
El panorama no parece mejorar en el corto plazo. Desde GEA señalaron que se esperan nuevas precipitaciones que podrían extender la inestabilidad. El consultor Alfredo Elorriaga advirtió que, a partir del martes, cambiaría la circulación atmosférica hacia el norte y noreste, lo que permitiría el ingreso de más humedad desde el Atlántico. “Se prevén nuevas lluvias para el próximo fin de semana, sobre todo para el día sábado”, adelantó.
Con los campos saturados de agua y pronósticos que no dan tregua, la incertidumbre crece en torno al impacto final sobre el rinde y la calidad de la cosecha.