Los procesos de compactación de suelos pueden reducir los rindes hasta en un 15%, porcentaje al que se llegó tras un proceso que ha ido en aumento en los últimos años. AGROVERDAD
Ante una de las campañas más desafiantes en términos de disponibilidad híbrida en los perfiles, Aapresid difundió un informe con los puntos críticos para prevenir la compactación de suelos sin remover.
¿Por qué hablar de compactación en un año como este?, es el interrogante de arranque: justamente porque el complicado escenario que dejaron los ciclos Niña, dejó un contexto en el que hay que capturar en el suelo cada gota, y lograr que cada planta tenga vía libre para que sus raíces profundicen sin barreras.
Las causas
La compactación de suelos es un fenómeno por el cual las partículas del suelo se “aprietan entre sí”, disminuyendo el espacio poroso y aumentando la densidad. Esto dificulta el crecimiento de las raíces y limita el acceso de las plantas a los nutrientes y al agua, un activo valioso en campañas como esta. También afecta la actividad biológica del suelo y su fertilidad.
El tránsito excesivo de la maquinaria o en condiciones de alta humedad y el manejo agronómico inadecuado son algunas de las causantes de la compactación. Por supuesto, existen factores naturales del suelo que pueden hacerlo más susceptible, como contenido de materia orgánica, textura y contenido de agua.
Compactación: ¿metemos cuchillo?
La complejidad del problema se agudiza cuando, ante la presencia de un lote compactado, se recurre a labores verticales (paratill, paraplow, cultivie, cincel) como mecanismo de remediación. El informe NO a la LABRANZA de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) identifica a la compactación como una de las principales causas por la que los productores recurren a la labranza.
En el mencionado informe, se advierte sobre los riesgos de esta práctica, que pone en riesgo los beneficios de la siembra directa en lo que respecta a estructura del suelo, captura de carbono, aumento del contenido de materia orgánica, balance de nutrientes y de agua.
Además, las labranzas verticales como método de remediación pueden ser un arma de doble filo, ya que pueden generar capas más compactas que las que inicialmente se pretendían combatir.
Según una nota publicada en la revista Red de Innovadores de Aapresid, la especialista de la Cátedra de Fertilidad y Fertilizantes de FAUBA, Carina Alvarez, advierte que estas labranzas tienen un alto costo energético y baja perdurabilidad en el tiempo: ensayos en suelos de la región Pampeana reportaron una perdurabilidad media de los efectos “descompactadores” de la labranza de tan solo 17 meses.
Mejor prevenir que curar
Aapresid dedicó un apartado a prevenir la compactación con estrategias no mecánicas. Entre ellas se enumeran:
Monitoreo y diagnóstico: los grandes ausentes
El informe señala que es clave monitorear el estado de salud del suelo y no tomar decisiones apresuradas sin disponer de un buen diagnóstico y proyección de mediano plazo.
En este sentido, el especialista de la Cátedra de Manejo de Tierras de la UNR, Sergio Montico, aclaró para Aapresid que “no es una conducta corriente la de realizar un diagnóstico de compactación a través de un perfil cultural o pruebas de penetrometría”.
Y agregó que “debería haber más registros de esto ya que resulta menos costoso y más sencillo que corregir la compactación”.