Desde lo fiscal y financiero, las empresas estarán pagando anticipos de impuesto a las ganancias del año anterior que fue bueno (o sea que serán altos) y además es posible que aumente el saldo de IVA de libre disponibilidad retenido por AFIP que nunca queda claro en qué plazo lo reintegrará.
"La inflación sigue, y seguirá, en el orden del 50% anual o más. Es un desastre para todos pero le servirá al gobierno para intentar licuar gastos del Estado con subas de costos nominales inferiores a la suba de precios. La tasa de interés de pasivos remunerados del Banco Central (y los de los plazos fijos) seguirán subiendo, lo que llevará a un encarecimiento del costo crediticio para las empresas. Lo más probable es que se escuche un relato de que el acuerdo con el FMI se hará 'sin ajuste', pero lo que veremos es que si se quiere ordenar mínimamente las cuentas fiscales y reducir el déficit, habrá que reducir costos y probablemente aumentar la presión fiscal. Y los impuestos en general siempre los pagan los mismos", agregan desde Zorraquin + Meneses.
Los consultores señalan que el gobierno y el sector agropecuario poseen una especie de matrimonio por conveniencia o necesidad, donde el gobierno ubica al agro en la antítesis de su visión política pero lo necesita para su recaudación, obtención de divisas y la generación del PBI del país: "En esta dualidad ambos, gobierno y sector, conviven y lo tendrán que hacer por los próximos dos años por lo menos. Por qué debería sorprenderme el manejo de la terrible situación de Corrientes si hago el paralelismo con cómo se manejó el COVID, cómo se maneja la pobreza y cómo se gestionan YPF o Aerolíneas Argentinas. El productor deberá agudizar al máximo su espíritu empresario, su flexibilidad e innovación, sin esperar nada a cambio ni sorprenderse de medidas o ideas por parte del gobierno, ya que todas apuntan a lo mismo, buscando aliados circunstanciales o medidas puntuales para “maquillar” su verdadera intención".
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