09/12/2015

Trigo: es posible recuperar mercados que se perdieron

El mundo de hy requiere de alta calidad que la Argentina puede producir. AMBITO.

“Argentina tiene un estándar de trigo pan que no sirve para hacer pan. Parece sorprendente pero es la realidad”, sostiene Alfredo Biondi. Y agrega que el país puede volver a ser el principal proveedor de trigos de calidad de la región.
Durante noviembre se desarrollaron dos eventos importantes en los cuales el personaje principal se llamó "Trigo". El primero fue el congreso ALIM (Asociación Latinoamericana de la Industria Molinera), en el cual se reúnen los empresarios más importantes de la región y, aproximadamente una semana después, Argentrigo en el cual, como su nombre lo indica, se trata de resaltar las bondades del trigo argentino.

Concurrieron la mayoría de los actores que dependen de este milenario producto para su desarrollo económico: productores, acopiadores, exportadores, molineros e industriales panificadores. Lamentablemente, faltó la participación en forma activa y determinante del Estado, socio indiscutible de cualquier actividad económica ya que nutre sus arcas a través de los impuestos que ellas generan.

Es interesante comprobar cómo los diferentes actores de esta cadena comercial tienen un objetivo en común: trigos de calidad superior. No se puede desconocer la historia. No se puede olvidar la época en que la Argentina era la proveedora indiscutida de trigos panderos de calidad. No se puede desconocer que en el mundo se consideraba a estos trigos candeales entre los mejores, lo que permitía que la Argentina proveyera al mercado italiano, calificado entre los más exigentes en la materia.

Hoy ese destino se perdió. Da mucha pena cuando se tiene la oportunidad de recorrer la campiña italiana y observar el color de los sembradíos de trigo, en comparación con los locales.

El mundo de hoy requiere trigo de alta calidad que la Argentina puede producir sin inconvenientes y, a su vez, la industria de los derivados del trigo podrá ganar mejores mercados en el exterior.

El país puede volver a ser el principal proveedor de trigos de calidad de Sudamérica, reconquistar el mercado brasileño y, para eso, se necesita calidad, confiabilidad y ser predecibles. Sin embargo, se debe superar además uno de los principales escollos que subsiste que es "el estándar de trigo" o, en realidad, su inexistencia.

La Argentina tiene un estándar de trigo pan que no sirve para hacer pan. Parece sorprendente, pero es la realidad. Y es en este punto que empieza a jugar ese socio ya mencionado, el Estado. Y no el paternalista al cual estamos acostumbrados, sino el Estado moderno que con la colaboración de los diferentes integrantes de la cadena establezca los parámetros de ese nuevo estándar de trigo que volverá competitivo a los productos argentinos. Se necesita un estándar en el cual se establezcan las bonificaciones por calidad, de forma que el productor pueda despejar la incógnita entre calidad o cantidad.

Esa es la función del Estado: dar a la sociedad reglas consensuadas y hacerlas cumplir para el beneficio de la sociedad. Tampoco se puede desconocer la situación de los productores agrícolas, un sector que no paró de crecer e invertir por años hasta llegar a un grado de profesionalismo, al nivel de los más grandes del mundo. Y hoy ese deteriorado eslabón tiene que ser protegido como ocurre en la mayoría de los países.

El productor agropecuario es el único dueño de una empresa a cielo abierto; en un mundo con cambios climáticos como los que se están sufriendo, resulta demasiado vulnerable. Hay que protegerlo. El campo es una "fábrica" que en poco tiempo puede generar las divisas que el país necesita, pero hay que brindarle las herramientas necesarias para un pronto desarrollo.

Es que el crecimiento del agro indefectiblemente trae aparejada la evolución de la agroindustria, y se vuelve a dar vida a los pueblos del interior. Recomienza el círculo virtuoso. No se puede perder tiempo.

(*) Consultor especialista en molinería y director del Mercado a Término.