Sin opciones fáciles. Jorge Vasconcelos. IERAL
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La economía de 2013 es muy diferente a la de tres o cuatro años atrás. Antes, decisiones que habrían de tener impacto negativo sobre la inversión o sobre la productividad pasaban poco menos que desapercibidas. Eran absorbidas por la holgura fiscal y cambiaria y por el hecho que la infraestructura no había llegado a un grado extremo de saturación, caso de ferrocarriles y energía. Ahora, la economía es un cuerpo en carne viva, en el que cada medida genera repercusiones instantáneas. La reciente decisión de actualizar sólo el 20 % el mínimo no imponible de ganancias, que revela la fragilidad de las cuentas fiscales nacionales, inmediatamente desplazó la puja salarial a las manos de las empresas y de los gobernadores, acentuando la conflictividad y/o agravando los problemas de competitividad y de precariedad de los fiscos provinciales. Quizá el año político ya haya comenzado. Así podría explicarse que, mientras el dólar se debilita en el mundo, aquí luzca fortalecido.