12/02/2013

Foco Fiscal

 El impuesto a las ganancias disminuyó el poder adquisitivo de salarios medios y altos el último año, y volvería a ocurrir en 2013. IERAL

Por: Marcelo Capello y Gustavo Diarte
  • En un ambiente inflacionario en que no existe actualización periódica automática de los parámetros nominales que definen los montos a pagar por ciertos impuestos (quedan sujetos a ajustes discrecionales en oportunidad y cuantía por parte de funcionarios), existirán fuertes oscilaciones en el peso real que adquieren los tributos sobre los presupuestos familiares o empresariales. Ello vuelve menos previsible los ingresos reales de bolsillo de los trabajadores (después de pagar impuestos sobre sus ingresos) y la rentabilidad empresaria.
  • Es lo que ocurre por ejemplo en Argentina con el impuesto a las Ganancias en su cuarta categoría. Ante tal situación, cuando se discuten anualmente salarios, ahora existen tres jugadores que toman decisiones afectando las acciones de los demás, y el resultado final de la negociación. Inicialmente el gobierno anuncia cuál será el ajuste de los parámetros nominales del impuesto para el año (mínimos no imponibles, cargas de familia, deducciones, etc.). Con esa información, y una determinada expectativa de inflación para el año en curso, los sindicatos formulan sus reclamos de mejoras salariales. Luego los representantes de las empresas dan a conocer su propuesta, lo que generalmente da paso a una negociación. Como se verá luego eEl resultado final del proceso puede afectar los niveles de consumo y/o competitividad de la economía.
  • Entre 2001 y 2013 los salarios reales de los trabajadores formales habrán aumentado alrededor del 26%. No obstante, el salario de bolsillo obtenido por los trabajadores, luego de pagar el impuesto a las ganancias, aumentó menos que dicho guarismo, a causa del avance del impuesto sobre los trabajadores de ingresos medios y altos.
  • Así, mientras los salarios reales de los trabajadores formales tuvieron una leve suba en 2012 y 2013, el salario real después de pagar el impuesto a las ganancias mostró una reducción en su poder de compra en 2012, y muy probablemente se repita en 2013, afectando el consumo real de asalariados de ingresos medios y altos.
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