Síntesis: Precios relativos ordenados, el desafío de 2019.
El anuncio de fin de 2015, de llevar la inflación a un dígito en el último año de la gestión de Cambiemos, se ha revelado como extremadamente voluntarista. Sin embargo, es clave que en 2019 los precios relativos no vuelvan a desordenarse, para que en el próximo período presidencial aquella pase a ser una meta realista. Así, la transición de los próximos 12 meses servirá para testear la factibilidad de un verdadero plan de estabilización de 2020 en adelante, y para ello es crucial que los principales precios de la economía oscilen dentro de un andarivel más acotado que el observado en los últimos tres años, cuando sufrieron fuertes fluctuaciones y poca sincronía, caso del tipo de cambio, los salarios, las tarifas y también la tasa de interés. En 2018, el dólar recuperó terreno perdido y las tarifas quedaron menos alejadas de valores de equilibrio, particularmente en naftas y gasoil. Si los precios relativos terminan de ordenarse, habrá señales más nítidas para la inversión y, al mismo tiempo, estará al alcance del próximo gobierno aplicar un plan de estabilización y desindexar la economía, tal como hizo Brasil en 1994 cuando lanzó el Plan Real.