16/12/2011

Tras un buen año, un escenario más complejo

La inflación, menores precios internacionales y un tipo de cambio "cuasi fijo" impactarán sobre la rentabilidad.| Juan Manuel Garzón (Economista Jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea). LA VOZ DEL INTERIOR

En líneas generales, puede decirse que 2011 fue un buen año para las actividades agropecuarias.
En primer lugar, las condiciones climáticas fueron favorables, lo que permitió buenos volúmenes de producción en casi todas las regiones del país. La producción agrícola nacional (principales granos) alcanzó las 95,5 millones de toneladas, nueva marca histórica.

Segundo, los precios internacionales alcanzaron valores históricamente altos. Por ejemplo, el precio FOB Puertos Argentinos de la soja promedió 510 dólares por tonelada en 2011 (11 meses), un 25 por ciento por encima del valor 2010 y también por encima del promedio 2008 (anterior récord).

En el maíz el aumento fue todavía más significativo. Cotizó a 293 dólares, un 49 por ciento por encima del 2010. En trigo, por su parte, cotizó a 315 dólares, un 25 por ciento por encima del 2010, cuando cotizó a 253 dólares.

Los precios internos siguieron, aunque no en forma perfecta en todos los casos, lo sucedido con los precios internacionales.
La soja en Rosario promedió 1.320 pesos la tonelada en primeros once meses de 2011, un 28 por ciento por encima de su valor promedio del año pasado, cuando su valor fue de 1.028 pesos. Su valor interno se alineó plenamente con el mayor valor externo y con la depreciación (leve) del peso.

Los cereales estuvieron más contenidos en el mercado interno. El maíz cotizó a 698 pesos promedio, un 33 por ciento por encima del valor del 2010 (524 pesos). Nótese que el precio interno subió menos que el precio externo, consecuencia de las intervenciones en el mercado del maíz (“efecto cupos de exportación”). El trigo cotizó a 693 pesos, un 11 por ciento por encima de su valor de 2010 (626 pesos). También, en este caso, se observa que el precio interno no copia plenamente al precio externo, y el motivo nuevamente fueron las intervenciones del gobierno en el mercado de exportación. Hacia fines del año el descuento total sobre el FOB del maíz promediaba 47 por ciento. En el caso del trigo, ascendía a 46 por ciento, aunque llegó a superar el 50 por ciento en algún mes (junio de 2011).

Carrera contra la inflación. Si se toma como referencia la inflación informada por el Gobierno de Santa Fe (índice de precio al consumidor) y suponiendo que el año cierra con una inflación del 22 por ciento aproximadamente, los precios internos del maíz y la soja crecieron en términos reales este año (dado que su incremento superará a la inflación).
Lo contrario sucedió con el trigo, cereal que habrá perdido poder de compra en el año.

Es decir, durante el presente año, la soja y el maíz “le ganaron” a la inflación. No tuvo igual suerte el trigo.
El novillo también le habrá ganado a la inflación, dado que su precio interno (Liniers) cerrará en promedio un 30 por ciento arriba del 2010, es decir, varios puntos por encima del crecimiento de los precios.

Durante el año, el precio del novillo se encontró, a valores constantes (sacando el efecto de la inflación), en niveles históricamente muy altos, superiores a casi todos los valores observados en los últimos 17 años.
De la mano de esto último, se mantuvo en muy buenos niveles la rentabilidad de la actividad de cría y de ciclo completo.
En el caso de la actividad lechera, el precio del litro de leche a nivel del productor aumentó un 18 por ciento, algunos puntos por debajo de la inflación. Si bien la actividad ha perdido rentabilidad respecto de los niveles del 2010, la ecuación económica de los tambos (de buen manejo y cierta escala mínima) seguía siendo positiva hacia fines del año.
En síntesis el balance 2011 es positivo. Buenos volúmenes de producción y precios internos de productos agropecuarios que le han ganado a la inflación o han estado muy cerca de hacerlo, lo cual ha permitido mantener rentabilidad o incluso mejorarla en algunos casos.

Lo que viene. Ahora bien, 2012 se muestra mucho más complejo para el sector por motivos varios. Los precios internacionales están desandando la suba de 2011 y volviendo a valores más normales. La soja cotiza a 430 dólares la tonelada a futuro (mayo 2012), un 16 por ciento menos que su valor promedio de este año. El maíz cotiza a 230 dólares para la misma posición (mayo 2012), un 21 por ciento por debajo de su valor de este año. De confirmarse estos valores, también caería el precio del trigo, un 30 por ciento respecto del promedio 2011.

El desequilibrio macroeconómico en materia de precios internos (inflación) es otro gran problema. En efecto, si la inflación se mantiene arriba del 20 por ciento, situación probable, el efecto combinado de la inflación y la baja de precios internacionales reduciría sensiblemente la rentabilidad de la producción agropecuaria.

El Gobierno tiene instrumentos para atenuar esta caída y mejorar los números del sector. Uno, sería disminuyendo las intervenciones en los mercados de cereales. Se podrían reducir los altos descuentos que sufren el maíz y el trigo por efecto cupo, esto actuaría como colchón. El otro instrumento es la suba del tipo de cambio. Este se debería ajustar un poco más rápido que lo que lo viene haciendo (siete a ocho por ciento interanual), al menos lo suficiente para que las actividades exportadoras puedan recuperar la inflación interna.

Los lácteos y las carnes también sufrirían en un contexto de baja de precios internacionales (muy probable) y de alta inflación doméstica. En estas actividades habrá que monitorear también lo que sucede con el mercado interno, dado que ambas dependen en más del 70 por ciento del consumo local. Existe consenso que 2012 será un año de desaceleración económica. Si bien el consumo seguiría creciendo, lo haría a marcha más lenta que en estos últimos dos años. Con un mercado interno más débil, la importancia del mercado de exportación se acrecienta.

Otros de los factores que afectarán la evolución de las actividades será el costo del financiamiento, todo indica que este permanecerá alto en relación a lo observado en 2011. El costo del dinero ha subido debido a la inflación, pero también a las expectativas de devaluación.

En las últimas semanas, las tasas activas de los bancos escalaron varios puntos porcentuales y no parecería que fueran a bajar en los próximos meses. Se ha abierto una brecha importante entre el tipo de cambio oficial y el dólar paralelo, que de continuar mantendrá alta las tasas de interés.

Para cerrar, con inflación interna de dos dígitos, menores precios internacionales y tipo de cambio “cuasi fijo”, la rentabilidad de las actividades agropecuarias se verá fuertemente reducida y la competitividad de algunas producciones, caso de las industrias lácteas, seriamente afectada.

Si este cóctel se mantiene es de esperar que se profundicen los reclamos hacia el Gobierno, quien deberá “devolver” de alguna manera competitividad a las actividades productivas, ya sea mediante baja de impuestos, simplificación del proceso de exportación, mayor automaticidad en las devoluciones impositivas, financiamiento a la exportación en condiciones preferenciales, entre otras.