03/08/2018

Mercosur-Unión Europea: se cayó idea de acuerdo político

Las negociaciones son inestables. Lo que en una reunión parece estar acordado, en la siguiente se puede reabrir. Expectativa por encuentro del G-20. ÁMBITO

CARLOS LAMIRAL

Las manifestaciones de diplomáticos del Mercosur y la Unión Europea (UE) respecto a un inminente acuerdo de comercio birregional parecen ser más expresiones de deseos, antes que cuestiones concretas. Por lo menos, así lo ven los sectores privados que monitorean de cerca las deliberaciones. De hecho, las apelaciones a cerrar un "acuerdo político" formuladas oportunamente por el presidente Mauricio Macri perdieron terreno en las últimas conversaciones que tuvieron lugar hace un par de semanas en Bruselas, a donde concurrió el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Horacio Reyser. Allí se volvió a la fórmula "single undertaking", es decir, no se firma nada hasta que todo quede acordado. Carlos Restaino, quien es directivo de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), es uno de los hombres del sector empresarial local que con más detalles sigue la negociación, y señaló en un diálogo con Ámbito Financiero que "desde el inicio las negociaciones fueron single undertaking, pero en septiembre y octubre pasado en Bruselas se habló del acuerdo político". En las últimas discusiones, ese criterio, que le hubiera permitido asegurarle al Gobierno argentino un anuncio en el marco del encuentro del G-20 en Buenos Aires, al que asistirá el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quedó en el freezer. Restaino considera que "hay que ser cautos" al momento de tratar de determinar cuándo ambas regiones estarían listas para firmar. A su entender, toda la discusión se presenta como "inestable". Lo que se supone que está cerrado en una ronda de negociaciones puede reabrirse en la siguiente

Las deliberaciones, en realidad, se mantienen bajo secreto, y eso forma parte de un acuerdo entre los negociadores, tanto los sudamericanos como europeos. Pero aun así, el directivo de la CAC va reuniendo información en conversaciones personales con quienes están en las mesas.

Algunos de los puntos que se suponen como los más firmes es que va a haber diferentes canastas para reducir aranceles. Una de arancel cero inmediato, y se discute de manera gradual llegar a 15 años. La UE aspira a que la mayor parte del universo quede liberada en menos de 10.

Restaino informó a la CAC el pasado 20 de julio que, hasta el momento, el Mercosur ha ofrecido la apertura de entre el 89% y el 90% de su universo arancelario, reservándose un 10% que no se expondrá al libre comercio, que corresponde a los sectores "sensibles". En el caso de la Argentina, se supone que buscará meter allí textiles, calzados, marroquinería y juguetes. La UE pone sobre la mesa el 93% de su universo arancelario y propone dejar un 7% a negociar bajo regímenes de cupos o cuotas. Allí se supone que entran los productos de mayor interés para Mercosur, es decir, los agropecuarios. Lo que está hablado en el tema de las carnes es un cupo de 99.000 toneladas anuales a repartirse entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Los dos socios más chicos no estarían tan conformes. Sobre esto no hay nada firmado hasta el momento. "A pesar de algunas declaraciones y versiones oficiales, no se produjo ninguna firma o cierre de negociaciones", señala Resatino en su reporte.

Hay cuatro áreas donde se concentran las negociaciones más importantes. Europa pide libre acceso de leche. Mercosur ofrece derivar la discusión hacia ciertos tipo de quesos que no se fabrican en la región. En autos, Europa quiere que en menos de 10 años haya acceso libre, mientras que Mercosur se mantiene en un plazo de 15 años, para adaptar sus estructuras productivas.

En reglas de origen, el Mercosur está enfocado en impedir la triangulación. Bajo el argumento de que ahora las cadenas de valor de las empresas son globales, la UE aspira a que productos industriales finalizados en su territorio, pero con componentes importados desde países asiáticos, sean considerados como íntegramente europeos.

El capítulo de propiedad intelectual puede resultar el más ríspido. La Unión Europea aspira a reservarse el manejo de las patentes de medicamentos. Reclama un uso exclusivo de los datos de pruebas que se elaboran para homologar una fórmula, lo que limitaría en la práctica el desarrollo de productos biosimilares o genéricos. Mercosur sostiene la posición de mantener sus propias legislaciones nacionales vigentes.

En denominaciones de origen, la Unión Europea se resiste a negociar los nombres genéricos, como el caso del queso parmesano, para lo cual esgrime razones históricas y culturales.

Las próximas negociaciones se van a llevar a cabo a principios de septiembre en Montevideo, que ahora tiene la presidencia pro témpore del Mercosur. En teoría, si se aspira a llegar al G-20 de Buenos Aires, tendrían que ir resolviéndose algunas de las cuestiones que siguen pendientes. 

Más allá de todo, una vez firmado, éste entraría a regir cuatro años después, y recién ahí empezarán a correr los tiempos de desgravación arancelaria.