El mercado externo demanda mayor innovación tecnológica, el cumplimiento de los cánones de calidad y la alineación del ciclo productivo a normas ambientales. LA NACIÓN
Ante un contexto interno de ajuste y un mercado externo que demanda mayor innovación tecnológica, el cumplimiento de los cánones de calidad y la alineación completa del ciclo productivo a normas medioambientales, el sector agropecuario se encuentra ante la necesidad de efectivizar al máximo sus recursos y crear una cadena productiva más sustentable. Todo un desafío si se tiene en cuenta que el mapa local está compuesto tanto por pymes familiares como por grandes empresas.
Gastón González, presidente de Tigonbu, es hijo y nieto de productores con campos en Córdoba y San Luis. "En los campos de San Luis habíamos llegado al potencial máximo. Necesitábamos buscar algo que nos hiciera el negocio más rentable, porque, al estar lejos del puerto, los fletes nos comían la ganancia", detalló. El problema derivó en un plan de inversión de US$20 millones destinado a la creación de una planta de bioetanol para producir el alimento para el feedlot y ahorrar en transporte, dado que, cada tres camiones de maíz que se iban, podían producir uno de alcohol.
También decidieron reducir el consumo de gas (GLP) con la instalación de biodigestores para generar biogás. "Tenemos todos los desechos del feedlot y con maíz picado del mismo campo hacemos biogás, con el que, a su vez, hacemos funcionar generadores, nos colgamos a la red eléctrica a través de Cammesa y enviamos esa energía para nuestra planta de bioetanol", describió González, y agregó que de los desechos también se genera un biofertilizante que vuelven a echar al campo para la producción. "Cerramos una integración de 360 grados", subrayó.
La familia espera recuperar la inversión en entre seis y siete años. "Hemos pensado mucho puertas adentro para ser más eficientes y trabajar mejor sacando mayor cantidad de valor en origen", describió el productor. Aunque reconoce que es una apuesta "jugada", González aclaró que el ahorro se multiplica casi por siete. "Ese es el número que nos interesa, el que nos queda y que hace que esto sea muy viable", dijo.
Gastón González, de Tigonbu Crédito: Fabián Malavolta
Las grandes empresas ocupan un rol fundamental en la cadena agropecuaria. La falta de financiamiento llevó a firmas como YPF a entrar en el canje de granos con una división de negocio propia. "Lo aprovechamos para integrarnos en esa cadena de valor, hacemos harinas, cáscaras, aceites, exportamos a más de 30 países", aseguró Marcos Capdepont Pacheco, gerente de Negocios Agro de YPF, quien participó del panel moderado por Carla Quiroga, periodista de LA NACION.
Capdepont Pacheco explicó que el procedimiento se da fijando un volumen de producción a seis o siete meses y pagar el grano al momento de la cosecha. "En un contexto macro tan complicado esta herramienta le permite tener una ventaja competitiva", subrayó.
El ejecutivo, con más de 20 años de trayectoria dentro de la petrolera nacional, reconoce que fue en 2010 cuando la empresa decidió tener una mirada más estratégica sobre el agro. Actualmente, el negocio representa el 10% de la facturación total de la compañía. La estrategia se basa en el trabajo regional con más de 105 canales de venta integral, con el nombre YPF directo, en los que los productores pueden acceder a todos sus productos y servicios.
"Estamos diversificados en distintos lugares porque las economías regionales necesitan ayuda y especialización. Tratamos de tener una paleta integral para que el productor se sienta identificado", explicó Capdepont Pacheco.
Con respecto a la diversificación de cultivos para el canje, desde la firma sostienen que buscan darles más competitividad a los productores. "El año pasado, en Tucumán, recibimos arándanos como parte de pago. No lo hacemos con todos los productos porque es muy difícil, pero tratamos de armar un portfolio variado para que el negocio sea un win-win", dijo.
En paralelo, YPF trabaja en conjunto con el Conicet en YTEC: una empresa de tecnología creada en 2013 para brindar soluciones tecnológicas al sector energético y formar especialistas en cada sector de la economía. "Para el agro ya hay un grupo de ingenieros agrónomos que realizan investigaciones sobre productos biológicos y fertilizantes inteligentes", detalló.
Quilmes posee una larga trayectoria local entre los productores de cebada. La Argentina pasó de producir un promedio de 300.000 toneladas entre los años 70 y 80 a entre 3 y 4 millones en las últimas campañas gracias al desarrollo de nuevas variedades. De estos, solo un millón va a consumo interno.
Antonio Aguinaga, de Quilmes Crédito: Fabián Malavolta
De los 640 millones de hectolitros de malta utilizados a nivel global por AB InBev -firma dueña de la marca-, el 22% proviene de cebada hecha en el país, que ya se envía a Brasil y Colombia. "También se mandaron pruebas a la India y a China", detalló Antonio Aguinaga, gerente regional de Investigación y Desarrollo de Cervecería y Maltería Quilmes para la Argentina, Uruguay y Brasil, quien aclaró que la firma ya trabaja con 1400 productores locales.
"Quilmes tiene una producción verticalizada que va desde la obtención de nuestras propias variedades hasta el producto final", dijo Aguinaga, quien describió el proceso para la obtención de las variedades, la multiplicación y venta de semillas, la producción de malta, que luego pasa a la cervecería para su industrialización y prueba del producto final.
Al hablar del boom de las cervecerías artesanales, el especialista afirmó que se trata de un beneficio para el país y, sobre todo, para los propios productores de cebada: "El volumen que aporta la cerveza artesanal al mercado todavía es un poco bajo, pero es una ventaja muy grande por el hecho de que necesita cebada y malta, y eso es producción local. Cuando un negocio crece es beneficioso para todos, porque todos hablan más de cerveza", describió.
Encargado de desarrollar nuevas variedades para la compañía, el objetivo de Aguinaga será, para 2025, producir dos variedades que sean más efectivas en el uso del agua. "Estamos trabajando para tener variedades que sean resistentes a la inundación o a la sequía y, a su vez, que produzcan más granos con menor cantidad de agua", destacó, y concluyó: "Lo más importante será lo que podamos desarrollar a partir de ahora".
Integrados a la cadena de valor
Antonio Aguinaga: "De los 640 millones de hectolitros de malta utilizados a nivel global por AB InBev, el 22% proviene de cebada hecha en el país, que ya se envía a Brasil y Colombia"
M. Capdepont Pacheco: "Nos integramos en la cadena de valor, hacemos harinas, cáscaras, aceites, exportamos a más de 30 países"
Gastón González: "Tenemos todos los desechos del feedlot y con maíz picado del mismo campo hacemos biogás, con el que, a su vez, hacemos funcionar generadores"
Por: Lucila Lopardo