No sólo hay que tener en cuenta los precios de los granos. La rentabilidad se consigue estudiando todo el panorama. ÁMBITO
En momentos como éstos, en donde nos acercamos a la cosecha, gran parte de los riesgos ya pasaron, y el riesgo productivo se reduce, los productores suelen empezar a preguntarse por los precios. En definitiva es como si el proceso de producción con todos los costos que ello implica fueran por un carril, y los precios por otro separado. En realidad deberían mirarse en conjunto.
Por un lado el productor trata de ser lo más eficiente posible al sembrar, incurriendo en los mínimos costos, pero siempre atento a que la tecnología implementada le permita aprovechar a fondo los momentos de mercado. Se ha dicho repetidamente que el productor argentino es de los más eficientes del mundo, y básicamente es porque esta tarea la hace muy bien. Es impresionante ver la avidez con la que se incorporan los nuevos productos y prácticas, como ocurrió en su momento con la siembra directa, la soja resistente a glifosato, el maíz BT y más recientemente la soja intacta, a pesar de las controversias del sistema de regalías.
Por el otro lado el productor observa la volatilidad de precios, y trata de capturar los valores más altos. Y como siempre piensa que el mercado puede subir un poco más, o dar otra chance, las decisiones se dilatan, y el riesgo precio pesa. Aquí las herramientas comerciales incorporadas a la actividad dejan algo que desear, y hay un buen camino por recorrer.
Sin embargo, es un error contemplar costos por un lado y precios de los granos por el otro. Ni los costos por su lado, ni los precios de venta por el suyo determinan la rentabilidad del productor. La ganancia resultará de la diferencia entre el ingreso y el costo. Y si bien mucho tienen que ver los rendimientos, algo que resulta muy importante es relevar y estar atento a las relaciones insumo/producto.
En nuestro caso analizamos las relaciones insumo producto para el maíz, el trigo y la soja con los principales insumos utilizados para su producción. Lo que encontramos allí es que en todos los casos los valores se ubican muy por debajo del promedio histórico de los últimos ocho años.
Lo interesante es que no importa si son los insumos los que están baratos, o los precios de los granos los que están altos. La conclusión a la que se debe llegar al analizar estas relaciones es que la combinación de ambos permite asegurar un buen margen para el productor. La recomendación entonces sería vender granos y con lo producido comprar los insumos necesarios para la producción, o lo que resultaría incluso más ventajoso en términos impositivos: realizar operaciones de canje.