05/08/2020

En la torta de la soja en campo alquilado, al productor sólo le tocan algunas migas

Según un análisis del productor Néstor Roulet, los impuestos y los costos se llevan el 85% de los ingresos que genera una hectárea. Y el dueño de la tierra, un 10%. Lo que le queda al agricultor es menos del 1%. AGROVOZ

Redacción Agrovoz

El supuesto teórico es el siguiente: un campo alquilado para producir soja a 300 kilómetros de Rosario, a un costo de 12 quintales por hectárea, y con un rendimiento estimado de 35 quintales por hectárea.

Sobre esa base partió el productor, exvicepresidente de CRA y exsecretario de Agregado de Valor de Argentina, Néstor Roulet, para calcular cómo se reparte la torta de ingresos que genera una hectárea de la oleaginosa. 

Con un precio FOB de la soja de 330 dólares, cada hectárea genera según Roulet 1.155 dólares. A eso, de movida hay que restarle 346,50 dólares de retenciones y 22,75 dólares de los gastos portuarios.

Queda entonces un ingreso bruto para el productor al que debe restársele 465 dólares de costos directos e indirectos (insumos, labores, seguro, asesoramiento agronómico y contable, cosecha, fletes y gastos de comercialización) y 276 dólares del arrendamiento pactado. 

Significa un margen bruto de 44,74 dólares sobre el que deben descontarse otros impuestos: Ganancias, Cheque e Ingresos Brutos que totalizan 40,78 dólares. 

Primera conclusión: el saldo que le queda al agricultor que cultiva en campo alquilado es de apenas cuatro dólares por hectárea. El Estado se lleva casi 100 veces más: 387,3 dólares. 

Dueños

Un aspecto interesante del informe de Roulet es que también compara esta situación con la del dueño del campo.

En este caso, sobre el ingreso que recibió el propietario de 276 dólares, se tienen que descontar 20 dólares de costo de infraestructura y 141,89 dólares de diversos impuestos (Ganancias, Bienes Personales, Impuesto Inmobiliario, Tasa Municipal, Ingresos Brutos y Sellos), lo que deja una ganancia de 114,11 dólares por hectárea, 28 veces más que lo que percibe el productor, aunque también por debajo de lo que se lleva el Estado en este caso (141,89 dólares). 

De allí que en la torta de la soja en campo alquilado, al que produce solo le quedan algunas migas: la participación del productor es de apenas el 0,34% de los ingresos generados por una hectárea, contra 45,8% que captó el Estado, más del 40% que son costos y casi 10% que obtuvo el dueño de la tierra. 

Sobre esto último, Roulet también realiza un análisis de rentabilidad: la relación entre la ganancia obtenida y la inversión realizada. Los cuatro dólares por hectárea que recibe el arrendatario representan una renta de apenas 0,53 por ciento sobre una inversión de 741 dólares efectuada para sembrar y cosechar. 

Para el propietario, de todos modos, tampoco es un negocio tan atractivo: suponiendo que pagó la tierra a 12 mil dólares por hectárea, sus 114,11 dólares significan menos del uno por ciento de rentabilidad.