01/02/2013

En guardia por lo que puede venir

Los fundamentos de mercado no explican todo lo que puede pasar. En algunos ámbitos se cree que al agro se lo puede estrujar un poco más. Carlos Petroli. LA VOZ.

Los problemas de competitividad, el impacto de las inclemencias climáticas, el aumento de la presión fiscal y la ausencia de ámbitos de diálogo con el Gobierno nacional son algunos de los temas que preocupan cada vez más al sector productivo.

Desde la geografía mediterránea se añaden condimentos extras: los derivados del conflicto político-institucional que colocó en veredas y acciones enfrentadas al gobernador José Manuel de la Sota y la administración de Cristina Kirchner.

Como muestra, más que un botón: inquieta a los productores la judicialización de diferentes estamentos, que los afectan de manera directa. Desde la radicación de inversiones privadas estratégicas, pasando por la obra pública, hasta la controvertida tasa vial sobre los combustibles.

Razonan, por caso, que si un fallo judicial da por tierra con esa tasa, la Provincia difícilmente resignaría los 500 millones de pesos que prevé recaudar este año y, en consecuencia, los iría a buscar en alguna otra fuente. Más aun en un año electoral, cuando ningún gobernante admitiría ajustes por el lado de los ingresos.

Arranque movido. Si la agenda económica y política comenzó movida en 2013 –los anuncios del Gobierno nacional de esta semana son una muestra–, los referentes rurales no querrían perder el tren. Así, los puntos mencionados al principio son los que motorizarán la primera asamblea del año convocada para dentro de un par de semanas (el viernes 15, en Pehuajó, oeste bonaerense). Será en jurisdicción de Carpab, la principal confederación ruralista de CRA y allí se anuncia la participación de los titulares de la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias.

Será la primera de una serie de asambleas que se desarrollarán en todo el país, adelantó Carbap.

Cuando en el sector se alude a los “problemas de competitividad”, en ese ítem se encolumna, entre otros, el atraso cambiario y las retenciones explícitas e implícitas que hacen mella sobre la rentabilidad.

Con la nueva cosecha entre nubarrones por efecto del clima –aun cuando el resultado físico global esperado será mejor que en 2012– la incertidumbre económica nubla el horizonte de los productores e inversores. Los economistas analizan que las variables están muy inciertas. Advierten que mientras más alta sea la previsión de depreciación del peso, hay más incentivo a retener o guardar los granos.

Pero, por la contraria, también observan que las posiciones futuras de la soja en el mercado internacional anotan bajas hacia el tercer y cuarto trimestre (por la potencial recomposición de las cosechas sudamericana y estadounidense).

Pero, se sabe, los fundamentos de mercado no explican todo lo que puede pasar. Máxime cuando en algunos ámbitos se cree todavía que al campo se lo puede estrujar un poco más.