La venta del poroto fue similar a la del 2018. BAENEGOCIOS
por Merino Soto
La liquidación de divisas mostrará hoy una caída del 8,1% respecto de lo visto en mayo pasado cuando llegaron al Central US$2.395 millones. Esta vez lo comercializado por el campo asciende a algo más de US$2.200 millones debido a la venta de 2,57 millones de toneladas de soja, muy por debajo de las 5,12 millones en su relación con el quinto mes del año, pero similar a los 2,58 millones de toneladas de 2018 luego de una fuerte sequía.
Fuentes de las industria adelantaron que la comercialización que en junio hizo el sector agroindustrial apenas superará los US$2.200 millones, lo que significa que el acumulado del año rondará los US$11.000 millones. Esto quiere decir que está por debajo de los US$11.568 millones de los seis primeros meses de 2018, con la salvedad de que el campo en aquel momento atravesaba una de las peores sequías de Argentina.
En lo que va del año, los dólares ingresados al Central rondan los US$11.000 millones
A la hora de analizar los granos entregados, se puede observar -según el portal Siogranos- que en mayo los porotos alcanzaban los 5,12 millones de toneladas. El mes pasado fue de 2,57 millones. El retroceso es del 50%.También es superado por lo comercializado en abril con 3,51 millones de toneladas. En este caso la baja es del 27%.
Para la cadena agroindustrial la baja evidencia que el aumento récord de maíz no logró frenar la caída de recaudación y los precios de venta de soja debido al castigo que tiene la molienda por la suba de derechos de exportación.
En mayo las venta de maíz fueron de 4,26 millones de toneladas, mientras que en junio alcanzaron los 3,42 millones, con una merma del 20%. Esto quiere decir que también hubo un menor volumen de venta en el cereal.
A la hora de analizar los precios. El mes pasado a partir de la baja del dólar en torno del 5%, el valor de la oleaginosa mejoró en dólares (US$243), pero bajó en pesos ($9.400). Además ante el retroceso del tipo de cambio, el productor debió pagar más retenciones, lo que motivó que el campo prefiera guardar sus granos a la espera de algún rebote de la moneda norteamericana.
Se entiende que tras una buena cosecha que arrancó en enero pasado de la mano del trigo, el productor hizo caja. Esa acumulación es habitual para el campo pero desde 2017 no la pudo hacer debido a las lluvias y a la sequía.
La recuperación financiera hizo que en los primeros seis meses la demanda de préstamos por parte de los bancos se ubique "por debajo de lo esperado", según reconocieron las entidades tanto nacionales como privadas.
La incertidumbre política es, si se quiere, el principal factor a la hora de decidir si se vende o no los granos. El productor sabe con quién siembra, pero no con quién cosechará.