19/02/2013

El campo presiona para que el Gobierno los reciba y escuche

Amenaza con no vender soja desde abril. Programó asambleas por todo el interior. CLARÍN.

Los principales líderes del ruralismo confirmaron ayer que podrían paralizar las ventas de soja a partir de abril, cuando comienza la cosecha, si el Gobierno no modifica su estrategia económica actual y escucha los reclamos del campo.

“Ahora que necesitan el yuyito se acuerdan de nosotros”, ironizó el dirigente entrerriano Alfredo De Angeli, metiendo el dedo en la llaga, Es que el sector sabe que, en un año electoral y como nunca antes, el kirchnerismo está necesitado de los 25.000 millones de dólares que se generan por las exportaciones del poroto y sus derivados.

Lo dijo con todas las letras el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi. “Somos conscientes que (la liquidación de divisas) es la debilidad que tiene el Gobierno y la fortaleza que tenemos nosotros”, indicó.

Por cierto, para el Ejecutivo es importante que el flujo de dólares de la soja actúe como bálsamo en el mercado cambiario, atenuando la suba del dólar libre y achicando la brecha con el oficial. Pero no menos importante es que espera una recaudación por retenciones cercana a los 9.000 millones de dólares, que será vital para mantener el gasto público en un año electoral.

Por eso es que la Mesa de Enlace lanzó en la asamblea de la semana pasada en Pehuajó la posibilidad de lanzar un cese de comercialización de soja los primeros días de abril. El titular de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere, explicó que esa propuesta será presentada en próximas asambleas en Chaco, Córdoba, Santa Fe, y Entre Ríos. Y avisó que la decisión final se adoptará “a mediados o fines de marzo.

La estrategia del ruralismo, queda claro, es presionar al Gobierno para que reciba a la Mesa de Enlace y atienda sus reclamos, pero al mismo tiempo es ganar tiempo para ir pulsando el humor de los chacareros. Es que definir un cese de la comercialización de soja sería una apuesta arriesgada para las entidades agropecuarias. Primero porque la mitad de la producción está en manos de grandes grupos agrícolas que rara vez acatan la voz de mando de los dirigentes. A la vez, porque muchos productores medianos y pequeños se verán obligados a vender parte de su cosecha para pagar deudas.

El éxito o fracaso de una medida de ese tipo, en este contexto, podría definirse en las rutas, con el regreso de los piquetes de huelga que se hicieron famosos en el conflicto de 2008. Es ese un escenario temido por todos.

En esta línea, los dirigentes trataron de restar dramatismo a una eventual protesta. “La soja no se vende en la Argentina, así que no habría problemas de desabastecimiento, ni de alimentación”, dijo Etchevehere.