Desdoblamiento sin cepo: para el agro que lo mira por TV
por Julián Guarino / Subeditor de Finanzas
El levantamiento del cepo o, en todo caso, la suspensión de la prohibición para atesorar, constituye en sí una medida que tiene como objetivo central achicar la brecha que separa al dólar oficial del blue. Esa brecha, que hasta el día previo al anuncio rondaba el 70%, conspiraba contra la venta de dólares por parte de exportadores y productores, que debían pagar un sobreprecio demasiado alto para poder dolarizarse una vez vendidas sus divisas al Banco Central.
Éste les pagaba el tipo de cambio oficial menos un 35% de retenciones (en el caso de la soja) por lo que a un tipo de cambio de $ 8, el sector recibía por cada dólar unos $ 6,20, por lo que para volver a comprar un dólar (blue) había que agregar otros $ 7. Como la ecuación arrojaba pérdida, la liquidación de divisas (la única forma hoy de sumar reservas por parte del BCRA) se volvía lejana. Pero además, el círculo vicioso se completaba en la desconfianza del público que veía que el Central tenía cada vez menos reservas y por ende convalidaba un tipo de cambio blue más alto, lo que invariablemente agrandaba la brecha y hacía aún más remota la venta de divisas por parte del agro.
Con la devaluación puesta en marcha y la liberación del cepo, el Gobierno busca que esa brecha se achique. Otro de los efectos, que también colaboraría en ese objetivo, será que, con los permisos de la AFIP, también podría quitarse algo de caudal de negocios al dólar informal y, por ende, acortar la distancia entre una cotización y otra.
Otro efecto que tendrá el anuncio es que a partir de ahora habrá un tipo de cambio extra: el de atesoramiento (¿o financiero?). Así, con el 20% de recargo a cuenta de la deducción de Ganancias, la cotización arroja $ 9,60 para aquellos que reciban el visto bueno de la AFIP versus otras cotizaciones. En principio, la del dólar turista también recibirá un recargo del 20%, por lo que de $ 10,80 bajará a $ 9,60.
Es que si bien el Gobierno ha evitado el anuncio de un desdoblamiento, en la práctica existe incluso un dólar comercial a $ 8, que deberán pagar los importadores pero, quizás, uno distinto para industriales que probablemente reciban líneas de crédito blandas para que ese guarismo sea menor.
Para los ahorristas, lo único claro es que a partir de ahora se podrá pedirle permiso a la AFIP para comprar dólares que, tal como sucedía anteriormente, podrá seguir negándolos o buscando argumentos para retrasar esa operación. Para las empresas, huelga recordarlo, sigue la prohibición de atesorar.
En la traducción, implicará una nueva salida de reservas para el Central, ya que es hoy uno de los pocos actores del mercado financiero que está dispuesto a vender al mercado corporativo y, a partir de ahora, de nuevo, a algunos ahorristas con los papeles en orden. Esto implicará necesariamente una caída en la cotización del blue pero no su desaparición, ya que el costo de la ilegalidad (y también de la posibilidad de hacer una compra de divisas que niega la AFIP) se ve reflejado en el diferencial que se paga por esa cotización.
Así, y tal como ocurría cuando comenzó el cepo hace dos años, quien entre al sitio de la AFIP para pedir que le autoricen la compra de divisas podrá seleccionar atesoramiento. En la práctica habrá cambios, pero de fondo, por ahora, es sólo el comienzo de lo que podría redundar en un freno a la caída de las reservas, pero no en un ingreso masivo de nuevos participantes que decidan vender sus divisas al BCRA. Si el Plan Kicillof tiene éxito, se achica la brecha, el agro liquida e incluso los turistas que llegan al país reciben una cotización atractiva para sus dólares, entonces es probable que las reservas comiencen un lento camino de recomposición.