20/12/2013

Botella medio vacía, para no equivocar el pronóstico

El agro no escapó este año a la turbulencia económica y al ajuste de diferentes variables. Sigue pendiente de mejores señales oficiales. LA VOZ.

Carlos Petroli

Se cierra el año para el agro con alguna bocanada de aire en medio de las turbulencias. Nuevos interlocutores en la vereda oficial, el avance de la campaña agrícola con perspectivas de una buena cosecha en el primer semestre de 2014 (aun cuando la canasta de cultivos sigue desbalanceada, con el consecuente impacto sobre los recursos) permiten ver la botella medio llena.

Pero, dado que los frentes de la producción no están para nada despejados, hay mucho trabajo por delante para los diferentes actores.

El ministro de Agricultura de la Nación, Carlos Casamiquela –que ayer estuvo por primera vez con ese rol en la provincia, durante una visita en Villa María–, ha dicho que el Gobierno perfila un marco más favorable para recuperar la producción triguera, después de que esta llegó a tocar el fondo del pozo en las últimas dos campañas.

Con un contexto internacional muy favorable en materia de precios, la lechería alcanzó este año a sacar la cabeza afuera de la línea de flotación; hay un buen panorama para hacer reservas forrajeras, aunque a la actividad no le sobra nada, enfrenta costos elevados y tiene que sacarse de encima el endeudamiento y la carga financiera de arrastre.

Los precios ganaderos iniciaron una recuperación en el segundo semestre, pero los números de esta cadena están a la vista: exportaciones en niveles mínimos y, de nuevo, una tasa de faena de hembras que llega al punto de liquidación. Mientras todos los pronósticos de mediano-largo plazo, el “deber ser” agroindustrial, auguran un panorama virtuoso, la foto del presente y del pasado reciente es preocupante.

En su último documento sobre el potencial y las metas 2020, las centrales gremiales del sector subrayan que el país no puede desaprovechar su efecto multiplicador y dinamizador: aquel que se traduce en más inversión, comercio, empleos, mejores servicios, más exportaciones y divisas.

O sea, mayores recursos para una economía más diversificada capaz de cubrir sobradamente el consumo interno y la exportación.

En una economía en fase de ajuste, con mayor presión sobre las empresas y las familias, el agro puede jugar su partido para mover la rueda económica. Pero, en los últimos años, el estancamiento, cuando no el retroceso, golpeó a las puertas.

¿Qué ocurriría si la rueda se mueve? Para muestra, un botón: según un estudio de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada), con sede en Río Cuarto, eliminar las retenciones y los ROE al trigo significaría un aumento productivo de nueve millones de toneladas, 2.100 millones de pesos adicionales de recaudación fiscal y 3.000 millones de dólares más en exportaciones anuales (con impactos neutros en los precios del pan).

Si es momento de balance, todavía conviene mirar la botella medio vacía para no equivocar el diagnóstico ni el pronóstico.