A Monsanto aspira a cobrar una regalía de 14 dólares por tonelada de soja producida. CLARÍN.
La Argentina fue el segundo país en autorizar un cultivo transgénico, detrás de EE.UU.: en 1996 aprobó la soja RR desarrollada por Monsanto. Para bien o mal, según las distintas miradas, esa tecnología revolucionó la agricultura local y nadie logró superarla en 18 años. Hasta ahora. En las próximas semanas se comenzará a sembrar en el país la soja RR2Y “Intacta”, una variedad potenciada de aquella vieja soja, que aspira a reemplazar paulatinamente a la anterior.
En los últimos días, las dos semilleras que obtuvieron de Monsanto la licencia de ese nuevo evento transgénico, Nidera y Don Mario, comenzaron a vender la tecnología. La introdujeron en diferentes variedades preparadas para las provincias del norte, como Salta, Chaco y Tucumán. Y es que esta soja mejorada no solo supone una vuelta de tuerca al evento original (el RR, de resistencia al popular herbicida glifosato) sino que añade el gen Bt, que evita el ataque a los cultivos de ciertas orugas, de presencia crítica en esas zonas. Para la pampa húmeda se anuncian variedades recién para 2014.
Tras los ensayos previos, Monsanto considera que la nueva soja podría hacer crecer en promedio 10% los rendimientos del cultivo.
No sería poco. Como la cosecha nacional ronda 50 millones de toneladas, habría 5 millones adicionales valuadas hoy en 2.500 millones de dólares. Pero a diferencia de la soja RR original (que se expandió a la velocidad de la luz sobre el área agrícola), en este caso la adopción de la tecnología sería más moderada: se evalúa que ocupe 65% del área en los próximos cuatro años.
Sucede que a diferencia de la pionera, este nuevo transgénico le costará dinero a los productores. Según fuentes del sector, Monsanto decidió cobrar 14 dólares por “tonelada producida” de la nueva soja, en concepto de retribución o regalía por haber invertido en el desarrollo de la tecnología. Es un adicional al valor del germoplasma y será un costo que los productores decidirán o no asumir en función de los resultados.
Por la soja RR1 nunca se pagó ese canon debido a que la multinacional no patentó debidamente su invento en el país. Por esa cuestión, Monsanto y el Estado argentino llegaron a litigar en tribunales europeos.
Esta campaña inaugural para la soja RR2Y no parece haber riesgo de cobro: como la semilla es nueva no hay más modo de acceder a ella que comprándola. Pero desde la campaña 2014/15 todo será diferente, porque los productores podrían comenzar a sembrar parte de su cosecha. Y podría prosperar la multiplicación ilegal, denominada “bolsa blanca” (sin marca visible).
Previendo ese escenario, Monsanto patentó su invento y apelará a la Ley de Propiedad Intelectual en caso de necesitarlo. Pero además el sector semillero espera una nueva Ley de Semillas, que limite el “uso propio” y asegure el cobro de regalías. Adicionalmente, la nueva soja RR2Y solo llegará a manos de los productores que firmen un contrato reconociendo los derechos de los “obtentores”. Y para evitar fugas, se implementará un sistema privado de control, que consistirá en hacer análisis a cada camión de soja que arribe a los acopios. Será una suerte de “Evatest” que en vez de detectar un embarazo permitirá saber si el poroto en cuestión contiene ese u otros eventos transgénicos.