12/12/2011

Pedido unánime: "No maten al trigo"

 Opinión

Que mal se debe sentir el trigo, que fue el cultivo más sembrado en una Argentina que descubría su potencial productivo no hace tanto tiempo. Hoy fue ampliamente superado por la soja, que se siembra casi 5 veces más y comienza a ser reemplazado por muchos productores por su primo la cebada. No entiendo por qué a veces los argentinos la complicamos tanto y hacemos que todo salga al revés del objetivo buscado. El trigo es un claro ejemplo.

En mis cincuenta años nunca vi que a nuestro país le falte trigo. Solo necesitamos 3 millones de toneladas para cubrir las necesidades básicas, 6 millones si queremos guardar para otros productos más específicos además del pan. Producimos entre 13 y 15 millones de toneladas y si hubiéramos tenido competencia entre los actores de la demanda en este contexto de alta necesidad mundial estaríamos alrededor de los 20 millones de toneladas.

Los productores nos encontramos hoy en plena cosecha de trigo con mas de 2 millones de toneladas de trigo viejo sin vender que está perdiendo calidad día tras día en nuestros campos. El país se perdió el ingreso de más de 300 millones de dólares por ignorar esta situación y no abrir la exportación. Pareciera que no necesitáramos de la entrada de dólares, por otro lado impiden importar, no entiendo.

El precio del trigo se derrumbó y hoy se cotiza a US$ 117 por tonelada para enero próximo, mientras que en marzo de 2011 superó los US$ 200. Esta pérdida la asumimos los productores. Pero lo que parece increíble es que a estos precios de quebranto todavía haya más de 40 dólares de diferencia entre el precio que recibimos y el FAS teórico que deberíamos recibir. Esta diferencia ha sido la culpable de que muchos no hayamos vendido con anticipación previendo que la cadena de comercialización en algún momento competiría por el producto. Error, eso nunca sucedió. Siempre que se liberaron toneladas para exportar el grano, éste ya había sido comprado a precios bajos; el mismo juego sucede con el maíz.

Recordemos que hace pocos años atrás un kilo de trigo valía $ 0,4 y un kilo de pan $ 2,5. Hoy por un kilo de trigo pagan $ 0,5 y el kilo de pan vale $ 10. No hay que sacar muchas cuentas para ver lo poco que incide el trigo en el valor del pan y que los aumentos de precios quedan en la cadena, perjudicando a consumidores y productores.

Prácticamente no hay mercado de trigo. Acopios y exportadores piden que, para recibir trigo, entreguemos el mismo volumen en soja, y lo pagan en cuotas mensuales, transformando lo que debería ser una transacción comercial en un favor, algo nunca visto.

El panorama de los precios para esta cosecha es desalentador, ya que a la actual campaña hay que sumar el trigo viejo, lo que genera mas de 10 millones de toneladas para la exportación con un mercado internacional sobre ofertado por buenas cosechas en la zona del Mar Negro y con Brasil, nuestro principal cliente, sin necesidades por los próximos meses.

La Argentina tiene la bendición por su clima de poder sembrar soja sobre el trigo en la misma campaña en un 75% de esa superficie. Este doble cultivo ayuda a mantener los suelos estructurados; a prevenir la erosión; a controlar mejor las malezas y enfermedades, y a una mayor rotación. Para producir en forma sustentable, la tierra necesita del trigo. El trigo es "pan y trabajo". Cuando se hace trigo/soja el campo no se paraliza en el invierno y hay doble pasada de sembradoras, cosechadoras, fumigadoras, camiones, fertilizantes y servicios. Se mueve dos veces la economía.

Hemos perdido otra vez una excelente oportunidad. Pero en este contexto, sin competencia por el trigo, el productor no estará muy interesado en volver a invertir en su siembra ya que hoy enfrenta quebrantos de más de US$ 130 por hectárea en campo propio y de US$ 270 por hectárea en campo alquilado. Entonces, ¿qué va a sembrar? Adivinó, soja, que requiere una menor inversión y es el único grano que hoy tiene mercado.

El autor es productor y director de la Sociedad Rural Argentina. .