Si algo no puede permitirse la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) es que sus decisiones estén conminadas por el bombo, el cántico y la pancarta. LA VOZ.
Si algo no puede permitirse la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) es que sus decisiones estén conminadas por el bombo, el cántico y la pancarta. Pero es evidente que esto tiene su peso y no es la primera vez que pasa, al menos en las sesiones del Consejo Superior.
Ya sucedió con la aprobación del cupo en la carrera de Medicina o el debate por las llamadas regalías mineras, que finalmente la Casa de Trejo rechazó recibir –pese a que su presupuesto también se compone de fondos “tóxicos”, como los derivados de los impuestos al tabaco o los combustibles, tan contaminantes como la minería a cielo abierto–.
Lo cierto es que 200 militantes anti-Monsanto bastaron para que el máximo órgano de gobierno universitario aprobara una resolución sólo para descomprimir la tensión. Está claro que el rector Francisco Tamarit no quería que el edificio Claustrorum en Ciudad Universitaria amaneciera con las carpas de los ambientalistas adentro.
Una decisión pragmática, tal cual es su estilo, aunque nada tuvo que ver con lo que distingue a una universidad: un debate con pluralidad de opiniones.
Esta vez, el conocimiento, el intercambio de ideas, estuvo subordinado por la presión que ejercieron los activistas en contra del convenio que la Facultad de Ciencias Agropecuarias suscribió con la empresa que intenta radicarse en Malvinas Argentinas.
Es decir, no hubo una discusión real sobre el acuerdo que prevé revisar en forma interdisciplinaria un estudio de impacto ambiental.
El Consejo Superior tomó posición a instancias del rector y calificó al convenio de imprudente, que no ayuda a resolver la “conflictividad social” que ha generado el emprendimiento de la planta procesadora de semillas de maíz.
Una alta fuente del Rectorado se quejó por la forma en que el decano de Ciencias Agropecuarias, Marcelo Conrero, metió otra vez a la UNC en el ojo de la tormenta del conflicto por Monsanto.
El mismo informante admitió que no hay demasiadas alternativas para evitar la irrupción de grupos “ultra” cuyo objetivo es el conflicto en sí mismo. Salvo sesionar en un lugar secreto, como cuando fue necesario aprobar la acreditación de la carrera de Psicología ante la Coneau.
Conrero no se rinde
Si había alguna posibilidad de debatir la decisión de Ciencias Agropecuarias de firmar un convenio de carácter técnico con Monsanto, el martes último se perdió definitivamente.
El decano Conrero decidió ayer que someterá el acuerdo a la consideración de la “comunidad de Ciencias Agropecuarias”. Y si esta especie de “asamblea” lo decide, lo dejará sin efecto.
Definitivamente, en los temas controvertidos, en los que la UNC puede ayudar a esclarecer, terminan primando el cántico y la consigna.