02/09/2015

El sueño trunco del cinturón maicero

La ventaja de industrializar en origen es mayor ahora cuando el viento de cola ha dejado de soplar. LA VOZ.

Tres años atrás, el cinturón maicero auguraba un fuerte desembarco en Córdoba, con la promesa de un vuelco revolucionario en la matriz agroindustrial. Una de esas apuestas provenía de los semilleros y de las empresas de biotecnología.

La estadounidense Monsanto y la europea Syngenta, casi en simultáneo, anunciaban inversiones por casi dos mil millones de pesos. Detrás de ellas, insinuaban proyectos similares Dow Agrosciences o Pioneer.

En su enumeración de metas oficiales, el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA) proyectaba 40 millones de toneladas de maíz argentino en 2020 (duplicar la producción).

Una botella medio llena provino de la industria del etanol de maíz, combustible menos contaminante y de fuente vegetal renovable: Bio4, Promaíz y ACA concretaron inversiones, las dos últimas superiores a 100 millones de dólares (en parte, con financiación oficial).